jueves, 17 de septiembre de 2015

Mis andanzas por el Camino de Santiago catalano-aragonés

MIS ANDANZAS POR EL CAMINO DE SANTIAGO CATALANO ARAGONES



Preambulo

Caminar es vida dice el dicho, y que mejor camino, que la peregrinación a Santiago de Compostela. Una tradición de siglos la avala...


 Mi interés por el viaje a Compostela, no es religioso, no creo ni en dios ni en la verdad revelada. La única opción espiritual que admito es el posible encuentro con el satorí budista. Una experiencia de iluminación que mas que a la meditación y a la "magia" del Camino, podría deberse al aburrimiento o alucinación producidas por el sol y el cansancio. Con todo el budismo ha sido superado, todo lo que decía desde hace mas de 2.000 años ha sido corroborado por la ciencia, mas toda la parafernalia cultural propía de los países orientales nos queda fuera de alcance, a menos que le dediquemos años de estudio erudito.
Con todo mi afición por el camino es mas deportivo-turistica que otra cosa. Una forma de iniciarse en el senderismo, un deporte que no tiene edad y puede practicarse prácticamente durante toda la vida.
Durante días me he informado mas o menos en que consiste el viaje a Compostela, me he leído un par de guías y un par de novelas. Amén de una película cuyo título no recuerdo.
Todo está listo, tengo las vacaciones y tengo los materiales inventariados. Que paso a detallar, teniendo en cuanta siempre que contra menos equipaje mejor. Lo que es indispensable queda al albur de cada cual.

.- Calzado (elemento imprescindible que marca el éxito o el fracaso. Han de estar sobre todo bien ventilados y de suela rígida, hay muchos tramos de piedras, sobre todo en Aragón)
.- Vieira (que te identifique como peregrino, evitaras muchas caras largas si no te toman por un vagabundo)
.-Mochila (obviamente)
.-Funda impermeable para la mochila. Que te servirá de cubrealmohada en un momento dado.
.-Sobrero y gorra de repuesto
.-Saco de dormir (si es en verano, casi mejor llevarse una sábana. Muchas pernoctaciones son en pensiones u hostales, por lo que no se necesita. Por otro lado, es imposible con el calor dormir dentro del saco.
.-Bastón o bordón
.-Cantimplora
.-Impermeable tipo poncho
.-2 mudas (calzoncillos, camiseta y calcetines)
.-Jersey (incluso en verano, hace frío en algunas ocasiones)
.- Pantalón de repuesto (mejor tipo bermudas para poder lavarlo mas fácilmente)
.-Toalla
.-Chanclas
.-Pañuelo
.-Bañador
.-Kleenex (para usar sobre todo como papel higiénico)
.-Neceser
Gel
Peine
Cepillo y pasta dientes
Cuchillas
Espejo
Medicamentos. (Según las necesidades. Tampoco hay que cargarse, si se necesitan ya se irán comprando. en todo caso en si enfermamos podemos dar por terminada la travesía)
Tiritas
Alcohol de romero
Repelente mosquitos
Crema solar
Vaselina
Aguja e hilo (para coser y para las ampollas)
Navaja multiusos (que tenga tijeras y pinzas al menos)

.-Víveres
Galletas (para algún caso de necesidad, también se pueden llevar chocolate o caramelos para un aporte rápido de calorías)

.-Colchoneta (Por si hay que dormir al raso o en el suelo. Imprescindible si vas al concurrido Camino Francés)
.-Tienda (Sería lo ideal si puedes con este peso extra, y no tener que depender de albergues ni de hostales)
.-Manta de supervivencia

.-Documentación
DNI
Dinero
Tarjeta
Tarjetas sanitarias (la catalana, la española y la europea)
Credencial compostelana (Imprescindible para poder utilizar los albergues)
Agenda (a pesar de los móviles no esta de mas llevar algunos teléfonos en papel)
.-Libreta diario
.-Bolígrafo
.-Lápiz
.-Linterna (preferiblemente de poco peso y doble uso, con luz roja para colgarla en la mochila en las etapas de carretera)
.-Cerillas
.-Radio
.-Reloj
.-Móvil y cargador
.-Cámara fotos (Un móvil no sustituye una buena cámara, pero cuanto menos peso mejor)
.-Libro novela (es un peso importante, mejor es que te descargues una novela en el móvil)
.-Guía (Hay guías para móviles, pero yo sigo confiando en el papel)
.-Gafas de cerca (para quien las necesite, como yo)
.-Gafas de sol (imprescindibles)
.-Bolsas (dos o tres bolsas de basura y de asas, para la ropa sucia, hacer compras o cualquier otra necesidad.
.- Pinzas de ropa
.-Imperdibles





AÑO 2012
DE MONTSERRAT A JORBA






Lunes, 1ª Jornada. De Montserrat a Sant Pau de la Guardia


6 de agosto del 2012
El día empezó lluvioso, por lo que en un principio lo iba a dejar para mañana. Pero escampó y después de la siesta me vi con ganas.
En el tren a Montserrat tuve mucha suerte y entable conversación con un viejo senderista que ya había hecho el camino de Santiago y conocía muy bien Montserrat.
Se nos unió a la conversación un turista brasileño que visitaba Montserrat. Este brasileño se ve que es un atleta de triathlon, que tras participar en un torneo en Bilbao, esta recorriendo España.
El senderista, no solo me acompaño a la oficina donde dan las credenciales, sino al menos tres kilometros por el camino que bordea Montserrat. Sin duda un paraje singular, que discurre entre bosque y vistas al valle del Llobregat.
Nos despedimos en la bifurcación de Monistrol, pues es el recorrido que suele hacer a menudo.
El resto de camino transcurre por la carretera, por suerte no había apenas tráfico, serían las siete de la tarde.
Llegue al primer refugio, la ermita de Santa Cecilia. Un lugar muy acogedor que ojalá me hubiera quedado a pasar la noche. Pero la ambición me cegó, y decidí hacer los 10 kilómetros hasta la siguiente parada. El hostal de Sant Pau de la Guardia.
Los kilómetros empezaron a pesarme, sobre todo algunas cuestas que coroné con el corazón en la garganta. Eso si, el paisaje extraordinario, la montaña de Montserrat a la izquierda y el valle a la derecha. Mas de una vez tuve que pararme a contemplarlo mientras recobraba el resuello.
Así hasta una casa que llaman Can Maçana, donde perdido, pregunte a una pareja de excursionistas de mediana edad que bajaban de uno de los multiples senderos que hay en Montserrat. Felizmente me indicaron el camino, por otro lado semiescondido. Se trata de un sendero que atraviesa el bosque, autentico camino de Santiago, mas medieval imposible, solo faltaría que se me apareciera un jabalí.
Llego  todo ilusionado al Hostal Casa Celler, soñando con una ducha y una cama.
Sorpresa! Está cerrado. Cierran desde el domingo por la tarde hasta el martes por la mañana. Esto no venía en la guía, y es que decididamente el mapa no es el territorio.
Sin saber que hacer, y demasiado oscuro para continuar, me decido por pasar la noche en unos bancos que hay a la entrada. Despliego mi saco. Hace bastante frío, pero lo peor es que estoy insomne, solo duermo a ratos y mal. Frío, mosquitos, toda la noche mirando las estrellas, que de vez en cuando desaparecen tras una capa de nubes. Me temo lo peor, que me caiga un chaparrón. Pasa un OVNI...o un satélite, cruza el cielo rápidamente.
Son las cuatro de la mañana y estoy despierto, ha salido la Luna y hay bastante claridad, por lo que cometo el siguiente error. Me enchufo mi linterna de frente y decido seguir el camino.
Al principio voy bien, las flechas amarillas características del Camino se ven claras. Atravieso una urbanización "Montserrat Park" entre ladridos de perros. Agarro fuerte mi bastón.
Desemboco en una carretera, es la misma que subí anteriormente, la del Bruc. Pero las señales han desaparecido y la guía no está nada clara. Veo un bar de carretera, el bar Montserrat, pero está cerrado y no abrirá hasta las siete y media. También hay una parada de autobus, asi que me acomodo como puedo, el banco esta algo flojo, pero consigo dar alguna cabezada protegido del relente de la noche.






Martes, 2ª Jornada. Sant Pau de la Guardia-Castellolí .

7 de agosto del 2012
Al amanecer, sigo tirado a las puertas del bar Montserrat, esperando que abran. Pero cada vez veo mas clara la ruta a seguir, a través de la carretera, además hay mucho menos tráfico que durante la noche. Me quedan 5 kilómetros hasta Castellolí, una hora y cuarto, pues ya he establecido mi velocidad de crucero a 4 kilómetros por hora.
La carretera es sinuosa, estrecha y casi todo el tráfico son grandes camiones que me obligan a apartarme por seguridad, por suerte son pocos. Discurre entre la montaña y el abismo, abajo se ve la autopista que es donde se supone, según la guía que he de ir a parar. Intento encontrar un atajo a través del barranco, pero la vegetación es muy tupida, solo casi al final consigo acortar unas cuantas curvas al mas puro estilo Peter Bear el "Último superviviente".
Llego por fin a la autopista, que cruzo por encima de un puente, hasta el camino paralelo que lleva hasta Castellolí, una pista muy cómoda, asfaltada parcialmente, pero que no puedo disfrutar, pues me hago consciente del dolor de pies que me están produciendo las ampollas. Paro al borde de una piedra. Tengo tres ampollas, una en un pie y dos el otro, y solo dos tiritas almohadilladas. Me las pongo, parece que hacen algún efecto, pero solo en pie que las pongo el otro me sigue doliendo horriblemente.
Veo en la guía que Castellolí tiene farmacia es cuando decido que me quedará todo el día en el pueblo, compraré alguna cura y ha esperar que al día siguiente me encuentre mejor.
Llego al pueblo sobre las 8:30, y entro en el primer bar que veo abierto, (desgraciadamente no recuerdo el nombre) el de enfrente del ayuntamiento. Es una de esas panaderías-cafetería. La camarera me atiende estupendamente y me informa de todo el asunto de los peregrinos. Cuando abran el ayuntamiento, a las 9, he de pedir las llaves del refugio.
El ayuntamiento abre puntual a las 9, me atiende una chica joven, que me sella la credencial y me da las llaves del refugio, así como las instrucciones por si quiero usar las instalaciones de la piscina municipal para asearme.
El refugio está a pocos pasos del ayuntamiento, en realidad el pueblo es poco mas que un par de calles. Se trata de una escuelita abandonada, un edificio simple de dos aulas, unos lavabos y unas oficinas. Es una de las aulas que se utiliza de refugio, la otra está ocupada por una organización juvenil local. Poco adicta a la limpieza y al orden. Está todo muy sucio, hay restos de muebles por todas partes. Veo una cucaracha muerta y muchas arañas, sobre todo en el lavabo.
Castellolí es un pueblo sin futuro, no me extraña que haya cerrado la escuela, la presencia de la autopista cercana produce una contaminación acústica muy molesta, y con la carretera nacional prácticamente inutilizada, la vida allí no puede prosperar para las generaciones jóvenes.
Duermo un poco en el refugio, que por lo demás no tiene cortinas y entra el sol a raudales. Sobre las 11 que es cuando abre la botica, voy a comprar algún remedio para las ampollas. La manceba me vende unos apósitos, que como después me entero, si curan, pero si no mueves los pies. Me los pongo, siento un alivio momentáneo.
Tras descansar otro ratillo. Exploro las "instalaciones", encuentro una escoba y me pongo a limpiar un poco. En esto llega un hombre, Jaume. Le han hablado de mi llegada en la cafetería. Antiguo peregrino, ha hecho el viaje, mas de siete veces. Es todo un experto, se ofrece en ayudarme en lo que sea y me deja su número de telefono. Me explica la forma de curar las ampollas de los pies. Se extrae el liquido con una jeringuilla, se desinfecta y se cubre con una apósito. Muy enrollado, pero como mi persona no suscita mayor interés se marcha a sus quehaceres habituales.
Es la 1, salgo en busca de un restaurante que he visto a la entrada. Merodeando por los alrededores del refugio, encuentro a un sujeto, que a todas luces es otro peregrino. Me brindo a prestarle ayuda, pues supongo acertadamente que piensa descansar también en Castellolí.
Se trata de un sueco, no habla castellano, nos entendemos en mi ingles macarrónico. Se llama algo parecido a Okey, como OK, pero escrito en sueco que vete a saber como será. Le acompaño al ayuntamiento para que le pongan el sello, y a dejar la mochila en el refugio. Mientras el se va a la piscina, yo me voy a comer.
El restaurante es el típico de carretera. 10 euros el menú de tres platos superabundantes, si esperaba adelgazar con este viaje, mas vale que abandone toda esperanza. Vuelvo al refugio a descansar los pies.
Paso el resto del mediodía, dormitando, leyendo el librino que me he llevado para el viaje, "Conspiración Octopus" de Daniel Estulin, el experto en el club Bilderberg. Un poco liosa y con estilo característico del Estulin, que se ve habla un montón de idiomas, y no domina ninguno. Bueno supongo que el ruso si, pero la traducción debe de haberla hecho el mismo. Y escuchando la radio, solo se oye radio nacional, las otras tres grandes, SER, COPE y Onda Cero, desaparecidas. También algunas catalanas, sobre todo Cataluña Información.
También hablo o algo parecido con Okey. Peregrino avezado, viene de hacer toda la ruta del Camino Francés y también a cruzado la meseta de Madrid a Burgos. Se ve que se ha quedado con ganas y decidió probar con la ruta catalana, pero no va a hacer la típica hasta Zaragoza, sino la de San Juan de la Peña, que transcurre entre campos y montes. Mucho mas bonita, pero también mas solitaria y con menos albergues y refugios.
A media tarde salimos a tomar unas cervezas y comer algo. Este Okey quiere conectarse a Internet, pero en el bar que entramos, a pesar de que hay wi-fi, su I-pad no lo reconoce por problemas del navegador Safari. Chupate esa Steven Jobs.
Okey es el típico sueco alto y rubio, empresario de éxito se ha tomado tres meses de vacaciones, en los que está recorriendo el camino de Santiago. Vino con unos amigos y su hijo, pero estos han vuelto ya a Suecia. Para mi que prepara algún libro sobre el Camino de Santiago. La conversación es muy difícil, pues el me entiende a mi, pero yo a el a duras penas. Eso si, nunca he practicado tanto el inglés.
Comemos unos bocadillos en la panadería-cafetería. Okey, como buen turista se interesa por todo, prueba unos pastelillos típicos de allí, yo desisto que he venido a adelgazar.
De vuelta al refugio, cada uno se dedica a lo suyo, yo con la radio y el librino, y el sueco con el I-phone, donde tiene descargada toda la ruta. Los suecos están a la última, nos llevan mucha ventaja en todo, no creo que los alcancemos jamás. Como Okey es un atleta, hace 6 kilómetros a la hora, no tiene sentido que quedemos para salir juntos hasta Igualada.
Me despierto sobre las tres. Okey está frito, con mi linterna china, voy al lavabo. Estoy estreñido, aprieto pero nada. Vuelvo a coger el sueño hasta la siete mas o menos. Okey sigue durmiendo. Salgo a desayunar a la panadería-cafetería y me despido de sus amables dueños. Okey sigue durmiendo, un sueco feliz. Cojo mis cosas en silencio y salgo a la siguiente etapa.




Miércoles, 3ª jornada. De Castellolí a Igualada

8 de agosto del 2012
En está etapa, solo pretendo llegar hasta Igualada y permanecer de 2 a 3 días mientras curan las ampollas del todo. Es solo una legua y poco, 2 horas.
El camino transcurre casi todo por asfalto, muy cómodo y tranquilo pues apenas hay tráfico. Sobre todo a partir del desvío que deja la carretera para seguir una ruta GR. Una vuelta que Jaume me desaconsejo, pues es inútil, pero que cojo igualmente, pues una de las razones del camino es huir del asfalto, y mas vale dar un rodeo por el monte que seguir la linea blanca de una carretera.
Cerca de Igualada me encuentro con un senderista, que me pregunta por el camino a Montserrat, para mi que ya lo conoce mejor que yo, pero que es una forma de interrelacionarse entre colegas caminantes.
Lo bueno se acaba pronto, pues llego a Igualada, o mejor dicho al polígono industrial que tiene a la entrada. Es una larga avenida, con un poco de subida, nada duro y muy bien indicado por las flechas amarillas.
Tras un kilómetro largo entre fábricas llego por fin a la zona habitada. Lo que yo creía era Igualada, pero no, se trata de un municipio adosado, Vilanova del Cami. Que curiosamente y a pesar de llamarse del Camí,  Joan Fiol autor de mi guia no ha tenido a bien mencionar. Junto a otras inexactitudes que hacen que tras pasar la vía del tren me pierda.
Cruzo toda la Vilanova del Cami, siguiendo los carteles de tráfico que señalan Igualada, hasta que desemboco en la calle Caresmar, indicada ya en la guía.
Me meto en una cosellería de Juventut y turismo, pero allí no es, me remiten al ayuntamiento, a pocos metros.

Allí me atiende un amable policía que hace las veces de recepcionista. Me pone el sello, y me desengaña con respecto al vale de 15 euros para pernoctar. ¿La crisis? No. Igualada ha montado una infraestructura de acojida a los peregrinos de primera, que en mi guía del 2010 no viene. Me remite a una residencia de ancianos que gestionan todo el asunto de los peregrinos. Un poco alejado eso si, sobre todo para mis ampollas que empiezan a molestarme de nuevo.
Con todo consigo dar con dicha residencia fácilmente, gracias al plano facilitado por el policía. Allí y tras pagar 15 euros por la primera noche y 25 por la segunda, me entregan las llaves del refugio y un kit de sábanas y productos de aseo.

El refugio está a pocos metros de la residencia. Se trata de un antiguo matadero restaurado, de diseño modernista. El edificio principal está cerrado, y el refugio en si, es la casa a la entrada de los antiguos guardianes. Tiene 12 plazas. 4 literas en la primera planta y 8 en la segunda, varios aseos y una cocina con nevera y microondas. Un verdadero lujo tras el de Castellolí.
No hay nadie. Me ducho, me instalo, me curo las ampollas y me hecho una siesta.
Un poco mas tarde, cuando ya estoy levantado, me interpela un señor por la ventana, que quiere unos folletos para una amiga que va ha facer el camino desde Montserrat, desgraciadamente allí, no hay nada de esto entre las revistas y otros prospectos propagandísticos. Así que le aconsejo que compre la guía del Fiol, que mismamente vende en Montserrat, aunque desconozco el precio, pues yo la compre en el Corte Inglés hace mas de un año.
Al mediodía salgo a comer. Este barrio de Igualada, tiene pocos comercios, y la mayoría cerrados por vacaciones. Con todo no está lejos del centro. En el primer restaurante que veo me meto. Es a 12 euros el menú, pero no estoy para dar muchas vueltas. Precisamente el restaurante se llama Les Voltes, porque está debajo de unos puentes característicos que hay en Igualada que van de calle a calle. Una reminiscencia medieval.

La carta es muy rara, así que pido lo que me parece menos exótico. Ensalada y pollo. La presentación es artística y de muy buen sabor. Se ve que el cocinero no es manco. O sea que como bien.
Es mediodía, dudo de buscar una apoteca para comprar un laxante, pues sigo estreñido, pero al final desisto, pues parece que me viene algo.
Paso por delante del cine, hay tres salas, Prometeus (ya vista) Batman y una cursilada romántica. Me propongo tornar para ver Batman. Me viene a la cabeza la matanza de Aurora.
De vuelta al refugio (no ha venido nadie) me encierro en el retrete y aprieto con fuerza. Consigo echar una pelotilla. Demasiado poco para todo lo que he comido. Compraré el laxante.
Me meto en el lecho y paso toda la tarde en la cama, a ratos leyendo y a ratos con la radio.
A las cinco salgo a comprar. La ciudad desierta, al otro lado del puente encuentro un DIA. Me hago con helado, limonada y yogurt. Tengo sed crónica.
Sobre las siete oigo voces en el exterior, vienen un grupo de cinco peregrinos. Son cinco chavales jóvenes. Cuatro chicas y un chico. Van a la suya, no parecen muy comunicativos, el abismo generacional ya se sabe. Con todo averiguo que vienen de Montserrat y han completado la etapa en un solo día, yo les cuento mis cuitas. No van ha hacer todo el camino, solo hasta Lérida. Me parece que es una ruta habitual en Catalunya ya que se puede hacer practicamente en un solo fin de semana largo. Se instalan en el piso de arriba.
Ceno helado y galletas, y dejo el yogur para mañana. Paso de ir al cine y me quedo en la cama, reposando mis pies. Al final me quedo dormido.
Sobre las cuatro me despierto, procuro no hacer ningún ruido pues los otros siguen durmiendo en el piso de arriba. Aunque no por mucho, a las cinco ya están en pie. ¡Solo han dormido 5 horas después de 30 kilómetros de caminata! Y hoy pretenden hacer otros 25, hasta La Panadella. Que resistencia la de la juventud.
A las 7 salgo a desayunar y a comprar un periódico. Lo que no es fácil, no encuentro ningún kiosko. De hecho tampoco hay librerías ni bazares chinos. Se me ocurre un posible negocio en Igualada, el bazar-kiosko-librería. Habría que alquilar un local, decoración, proveedores, financiación, y todo ello en una ciudad desconocida...desisto de mis pretensiones empresariales.
Compro el periódico en una gasolinera, solo hay en catalán. Mosqueante, hasta donde habrá llegado el nacionalismo mas acérrimo en esta ciudad.
Tras la lectura del periódico, no se que hacer. No puedo hacer turismo, porque no puedo caminar. Para el cine falta mucho tiempo. Aquí no vendrá nadie por lo menos hasta última hora de la tarde, y no creo que las ampollas se me curen en un día.
Solución, recojo todo, retorno la llave y me vuelvo al Prat. Retomaré el camino en cuanto sanen las ampollas.





Martes, 4ª jornada.  De Igualada a Jorba

14 de agosto del 2012 (5 días después)
Después de descansar unos cuantos días en cas, vuelvo  a Igualada a retomar el Camino. Llego sobre la once, y dispuseme a cruzar toda la villa, luego que el camino comienza en la otra punta de la ciudad
de esta urbe industriosa, procurandome una fuente donde llenar la cantimplora, pero con tan mala fortuna que están todas secas y agostadas. No me quedo  mas remedio que comprar una botella de agua mineral. A la par, aproveche para sacar unas estampas del centro para ilustrar este relato.
Entre ellas las del Refugio, procurando no mosquear a los policías de la comisaría que hay al lado.
Tuve la buena fortuna que este estuviera abierto, hayandose la mujer de la limpieza en su labor. Le pedí merced para recoger agua, a lo que presto se avino con mil parabienes.
Ya bien aprovisionado y fotografiado, emprendí la senda señalada en la guía del Fiol, no muy exacta para salir de Igualada pero preguntando llego a la ermita  de Sant Jaume de Sesoliveres. Un punto de referencia en la ruta.
Llegué cansado a la susodicha ermita, que estaba cerrada, pero que a su sombra me cobijé, para reponerme de la pequeña cuesta. Sant Jaume de Sesoliveres, es una construcción parece medieval, sita en una pequeña colina con unos cuantos olivos en derredor que le dan el nombre.
Pareciome sitio agradable para ir a merendar desde Igualada. Tal hice yo, no merendar, pero si picar unas cuantas almendras de mis provisiones.
Continué la marcha, cansado, acalorado, pero por lo menos los pies no me dolían por las molestas ampollas ya curadas.
El Camino transcurre entre chalecitos, hasta desembocar en una rotonda que conecta con la carretera, y esta a pocos metros con la autovía. En cruzando la autovía por un puente ad hoc, se nos abre un carril o senda asfaltada de uso lúdico para senderistas, ciclistas y algún coche. Este camino de una milla poco mas, nos acerca hasta el pequeño villorrio de San Genís.
Donde yo ingenuo, pensaba parar en el bar local, descansar y yantar. Pero vive dios que el pueblo es una iglesia (del siglo XIII) y poco mas.

En mi deambular tuve la fortuna de llegar a un paraje oculto entre cipreses que escondían una pequeña piscina.
Sin duda para el disfrute de los vecinos. No me tire a ella, vestido y todo, no por falta de ganas, sino porque no querría ofender a los nativos del lugar. No había nadie a la vista y desconocía los usos para dicha alberca. Así que me contente con descansar, y comer y beber de lo mio.
Estaba realmente reventado, el sol picaba con denuedo. Pero una vez repuesto y estando que solo me restaba una milla mas para llegar a Jorba, volví a echarme al Camino.
No a pocos metros, un mal paso me echo por los suelos, sin consecuencias ni heridas sangrantes, pero si un buen susto. Y es que cómodo de mi, caminaba con el bastón en la mochila. Error de neófito.
Mas adelante encontreme con un caballero ciclista, al que interrogue sobre mi destino, intercambiando otras providencias.
A la entrada de Jorba, hay una pequeña sorpresa. Una piscina pública, que no me paré a explorar pues me urgía resolver el asunto del yantar y el cobijo. Pues era mi intención pernoctar en Jorba. Toda vez que la siguiente estación, La Panadella distaba a mas de una legua y media, y era de hechura empinada.
Hablaba la guía del Fiol, de un mesón, La Gallega, (que menos tratandose del Camino de Santiago), que no solo daban de comer a módico precio, sino que también entregaban las llaves del refugio.
El tal restaurante está en las misma entrada del pueblo. Es el típico restaurante de carretera, desgraciadamente, tras la apertura de la autovía, lo ha dejado en decadencia. Solo tres comensales había.
Senteme y pedí una ensaladilla rusa y calamares a la romana (9 euros con el café). Allí mismo me informó la mesonera de las nuevas acaecidas con el Refugio, que ya no lo gestionan ellos, sino el párroco-mosén del pueblo.
Allí me dirigí, a pocos metros, en una plaza con una fuente sin agua.
Golpeando la puerta con la aldaba, presto me abrieron, un señor que a gritos, demando por el mosén y encargado de lo que mas que refugio,  me parecio posada con todos los servicios. Con todo el mejor refugio en el que he estado. Mejor que el de Igualada, y mas barato, 10 euros.
Consta el establecimiento de varias habitaciones con literas, 5 o 6. Duchas, lavandería, sala de televisión y comedor, donde degustar las comidas que el mismo mosén prepara a precio asequible. Desgraciadamente yo ya había comido en La Gallega.
Lamentablemente, tal como me explicare el mosén, agosto es un mal mes para el camino de Santiago Catalán, al contrario del francés. Apenas si hay movimiento, en concreto en estos momentos solo eramos dos peregrinos los acogidos.
Mi compañero de celda, era un jubilado de Salamanca, avezado peregrinador, de hablar pausado y sin duda hombre religioso, pues provenía de realizar unos ejercicios espirituales en Montserrat.
Tras la ducha de rigor, salgo a dar una vuelta por el pueblo. Enseguida acabo, pues el pueblo se acaba en 10 minutos y hace mucha canícula. Recalo de nuevo en el refugio, donde leer y escuchar la radio son mis pasatiempos, mientras al lado el de Salamanca duerme la siesta.
Por la tarde el de Salamanca se va a la piscina. Yo no traje traje, por lo que pretendo ir a La Gallega a por un refrigerio nocturno. Pero en vano, ha cerrado ya y no hay otra taberna en la aldea. Así que tras recorrerme el lugarejo y facer unas cuantas fotos me vuelvo al refugio a pasar el tiempo como buenamente puedo.
La lectura, la radio y una cerveza que me vende el mosen por un euro.
Mas tarde vuelve el de Salamanca, mas avispado que yo, ha podido comprar pan y otros víveres en una panadería del lugar.
El mosen se marcha a la hora nona, y en el refugio solo quedamos el de Salamanca y yo, que parlamos de la ruta y otras contingencias. Él piensa llegar hasta Logroño, yo hasta el día 26, sin especificar lugar, quizás Lerida, quizás Zaragoza, no mas.
Duermo intranquilo, me despierto varias veces con sueños agobiantes. Sobre las tres estoy despierto y me noto raro. Efectivamente las manos hinchadas, me zumban los oídos. Creo que la hipertensión ha vuelto.
Con este calor imposible continuar, las posibilidades de sufrir un infarto o una apoplejía se multiplican en estas condiciones de máximo esfuerzo.
¿Continuar, esperar otro día en el refugio? Mañana, hoy, día 15, la virgen de agosto, es festivo en toda España, incluida Cataluña, la farmacia estará cerrada. No hay posibilidad de tomarme la tensión ni medicarme si fuera menester.
Solo cabe abortar la misión. Así que recojo mis bártulos, me despido del de Salamanca, que también estaba despierto, y emprendo el camino de regreso en la oscuridad de la noche, pero también fresca...continuará. Aunque no sabemos cuando.










AÑO 2014
DE JORBA A ZARAGOZA




Han pasado dos años desde aquel fallido intento compostelano, y este año del 2014, vuelvo a los caminos. Mi intención es continuarlo donde lo dejé, en Jorba. Con la experiencia adquirida y zapatos nuevos, unas sandalias Quechua, que después descubría también inconvenientes, pero que me permitieron llegar al menos hasta Zaragoza.

1ª jornada.  De Jorba a La Panadella


Martes, 5 de agosto
Llegué sin contratiempos a Jorba, donde abandone el año pasado. Me compré una pasta y una botella de agua en el fornet del pueblo. Gente muy amable. En la plaza de la Fuente me comí la pasta, energía para afrontar el camino.
Desde Jorba hasta Santa María del Camí, una pista fabulosa. Un carril-bici paralelo a la nacional II perfectamente señalizado. 7'8 kilómetros.
A los 4 kilómetros de Jorba, o sea a una hora de caminata, se encuentra el hostal Jorba, donde aprovecho para descansar un ratito mientras reponía líquidos en forma de una limonada bien fría.
En Santa María del Camí, hay dos iglesias interesantes, pero como había dos perros custodiándolas, paso de largo. Me senté eso si, en un pequeño merendero que había un poco mas adelante. Ahí mismo hice un contacto, se me acercaron dos testigos de Jehobá, a los que ràpidamente desarme con mi ateísmo, ¿ángeles o demonios?. Nada podían contra mi fe atea y nuestro santo patrón San Darwin.
Después de Santa María del Camí, viene una aldea que se llama Porquerisses, esta bien, porque abandonas unos cuantos kilómetros la carretera nacional, que aunque prácticamente sin tráfico, no deja de ser carretera.
Después de Porquerisses, viene un tramo duro de cerca de 5 kilómetros y medio de carretera y asfalto cuesta arriba. Tuve que parar varias veces a descansar, con todo mis pies se han resentido, sobre todo el izquierdo, aunque no he apreciado ninguna ampolla.
Por fin y tras una solitaria caminata, sin apenas trafico de ninguna clase, llego a La Panadella. Y tal como aconseja la guía me pido una habitación en el Hostal Bayona. Me parece que los otros están cerrados. Son 21 euros, parece que para los peregrinos tienen algún tipo de descuento.
He comido aquí mismo, en el hostal. 11 euros y pico. Gazpacho, bueno, aunque peor que el de mi madre. Y pollo asado, correcto.
El hostal tiene wifi, contraseña LAPANADELLA, pero desde la habitación no consigo conectarme. Y en el bar tampoco, como compruebo cuando bajo a cenar. Nada una cerveza y un bocata de queso, no muy bueno.
La habitación no está mal, es pequeña, pero con ducha y televisión.
Solo se ven los canales mas importantes, aunque no la 2, que es la mejor para la siesta. Con todo conseguí dormir un poco, y eso que estaba acelerado y acalorado. Tras la siesta me he dado una ducha. Me ducho vestido, así lavo la ropa interior, la camiseta y los calcetines también. Los pantalones son demasiado grandes, para lavarlos cada día, no se secarían. Tendría que haberme traido bermudas.
Paso toda la tarde tumbado en la cama, viendo la televisión y leyendo la novelita que me traje. Y sobre todo descansando los pies.



2ª jornada. De La Panadella a Cervera


Miércoles,6 de agosto
Me he despertad a las 2 de la noche. Solo había dormido 4 horas. Leo, doy vueltas. A las cuatro bajo al bar a desayunar. El camarero dormitaba, luego entra un camionero. Vuelta a la habitación, mas lectura, mas vueltas y radio. Solo se coje radio nacional. Tragate un rollo sobre la cultura mod. Ya por fin a las 6, me afeito y salgo a la clara del alba, camino de Cervera.
A pesar del cansancio todo va bien. Es un tramo muy bonito que transcurre entre campos segados de las tierras leridanas. También hay bosques de pinos y otras especies arbolícolas desconocidas para mi.
He pasado por pueblos como Pallerols, donde tienen una iglesia románica que se puede visitar, y te pueden sellar la acreditación, pero era muy temprano para molestar a la vecina que guarda las llaves.
A un kilómetro y medio, San Antolí. Curioso pueblo que parece que han sustituido los perros por alarmas, y por donde pasaba se disparaban, con un ruido tremendo. Una exageración, podrían apagarlas a las 6, por ejemplo, me parece que he despertado a todo el pueblo. Es la sicosis por los robos que sufren en los pueblos desde que se fue la Guardia Civil.
San Pere dels Arquells es un pueblo muy bonito, que tiene una entrada muy fea. Toda una inmensa granja de cerdos que atufa toda la calle. ¡Con lo grande que es el campo y poner la granja en medio del pueblo!
Aquí la guía aconseja tomar un desvío para evitar la carretera, con una ligera subida ¡Ha sido la escalada al Everest por un camino de cabras! Que si me despeño no me encuentran en un mes. Muy bonito si, pero desaconsejable se vas solo, por peligroso.
Y en todo caso no ha servido de nada, porque por equivocación he ido a parar al pueblo que pretendía arrodear, Vergos.
En Vergos me he encontrado al perro negro. Un perraco que no me dejaba pasar, hasta que una vecina lo ha agarrado. No era suyo pero le tenía confianza. Un perro negro es un símbolo potente en el camino de Santiago, pero no sabría decir que significado tenía. Quizás que no siguiera por allí, pues la entrada a Cervera es un auténtico calvario. Solo 1 kilómetro, pero cuesta arriba por la carretera y con un sol de injusticia. Me ha costado mas este último kilómetro que los 14 anteriores.
He tomado una limonada en el primer bar que he encontrado, que me ha sabido a gloria bendita. Preguntando hacía donde el albergue, o sea la calle Major.
Aunque al final no esta en la calle Major sino en un callejón a la altura del número 57. Se trata de una hospedería que llevan las monjas de la Residencia Sagrada Familia. Las monjas muy amables, y me han cobrado 10 euros, frente a los 15 que marca la guía. Se ve que la crisis ha rebajado los precios.
El alojamiento es una habitación doble, que tengo para mi solo, porque no hay mas peregrinos. Se puede lavar la ropa (a mano) y hay wifi.
Una vez en la habitación he hecho control de daños. Dos ampollas en el pie izquierdo, pero parece que no tienen liquido, aunque molestan. Los hombros desollados por la mochila. No se porque pesa tanto, si solo llevo lo imprescindible. Y encima estreñimiento. Cansancio e insomnio.
Salgo a comer algo, a ver si con el estomago lleno y un poco de vino y gaseosa consigo cojer el sueño. Como en el Casal, una especie de casino de pueblo, pero en una ciudad como Cervera. Impresionante la fachada de la universidad.
Consigo echar una siesta. Y a las cinco vuelvo a salir ha hacer unas compras. Provisiones, agua, leche y galletas. Reflex y un laxante (supositorios Robi) Hago unas fotos, sobre todo del ayuntamiento independentista y la catedral que por cierto toca ha muerto.
También hay un montón de carteles celebrando a cierto campeón de motos de la ciudad.
Me vuelvo al albergue a seguir descansando. Me acabo la novelita que llevaba y dejaré allí en el albergue para que la lea otro peregrino. No valía gran cosa, era un cuento juvenil.




3ª jornada.  De Cervera a Tárrega

Jueves, 7 de agosto
Esta ha sido una etapa de relax. No solo dormí bien, hasta las 4:30, sino que los 10 kms. desde Cervera a Tárrega han sido un agradable paseo sin contratiempos. Excepto los primeros 800 metros de salida de Cervera que discurren por carretera hasta la ermita de Santa Magdalena, (en ruinas).
Todo el resto es por un camino rural entre campos de trigo a la izquierda, monte bajo a la derecha y cruzado por numerosos conejos.

De vez en cuando se ven algunos lugarejos que nos quedan a derecha o izquierda como la Granyanella, Fonolleras, Mora. Y así hasta El Talladell. Este un pueblo rural de estilo medieval, lugar con encanto y cerca de Tárrega, a solo dos kilómetros. La gente muy simpática, me saluda al pasar. Me cruce con dos gemelas, pero ignoro si tiene algún significado.
La entrada a Tárrega es fácil, nada que ver on Cervera. Aungque siguiendo las flechas amarillas en vez de al albergue me ha dirigido a las afueras. He tenido que preguntar para dar con la plaza del Carmen
y por el albergue Can Aleix. Que está encajado junto a un banco, en un edificio que parece mas oficinas que otra cosa.
En la recepción me ha atendido una guapa recepcionista que hablaba con un acento difícil de entender. Le respondo en catalán siempre que puedo y el resto en castellano.  Al rellenar la ficha, en la nacionalidad me pregunta si español o catalán con sorna. Por lo que deduzco que estoy ante otra separatista. Lo cual no es extraño, las banderas estrelladas polulan por todos los sitios que he pasado.
El albergue es barato, 10 euros. Eso quiere decir que los precios han bajado, en mi guía del 2010, pone 18. Estoy en una habitación con 5 camas, pero no vino nadie mas. De peregrinos quiero decir, pues el albergue acoge también a otros colectivos, parece que hay un grupo de discapacitados de vacaciones, y también funciona como albergue juvenil y para vagabundos.
Al medio día salí a comer, me metí en el primer restaurante que encontré, que es precisamente el que hay a la entrada de la ciudad, La Granja Jardín. Después me contaron que es de unos familiares de un famoso futbolista. Después volví al albergue y estuve descansado. Escuchando la radio y leyendo Los Vagabundos del Dharma. Me la baje de internet, una novela mas que apropiada para este viaje, yo también soy un vagabundo del Dharma, seguro que en mi anterior reencarnación fui un beatnick.
Sobre las 18, salí a recorrer la ciudad y hacer unas cuantas fotos.
Lo primero que llama la atención al entrar a Tárrega, es una guapa mujer en silla de ruedas en la calle mayor, creía que sería de la ONCE, pero no parece que venda nada. Hay gente que le gusta vivir la calle. Yo me aburriría de ver pasar gente y hablar trivialidades. Yo me aburro de todo. Tárrega tiene muchas casas antiguas y pintorescas. Algunas plazas acondicionadas como teatros, para el festival de teatro que se celebra aquí cada año. Banderas independentistas, como por toda Cataluña.
Me encontré una moneda de 5 céntimos, que no quise agacharme a recoger. Justo los cinco céntimos que luego me faltaron para pagar una caña en un bar con wifi en el que paré. La camarera de todos modos me los perdonó.
Mande una foto al Facebook, pero pocas respuestas obtuve. Solo parece seguirme Eloy. Pero en todo las ganas de conectarte se pierden a lo largo de camino. La vida virtual  pierde su atractivo cuando empiezas a vivir de verdad, aunque solo sea andando por ahí. Si vuelvo, no me llevaré la táblet.




4ª jornada.  De Tarrega a Castellnou de Seana


Viernes, 6 de agosto
He dormido estupendamente, hasta las 5 y todo. Me he afeitado, he hecho la mochila. Y he bajado a recepción, no había nadie, pero de todos modos hasta las 6:30 no se puede salir porque no hay luz.
Me senté y al poco apareció una empleada, la encargada de la noche, mitad enfermera, mitad cocinera. Pues también prepara los desayunos. Me ha hecho un café estupendo y tras despedirme d la amable señora, he salido de Tárrega rumbo a Castellnou de Seana.
La salida de Tárrega es mala, por lo menos hasta Vilagrassa, pues discurre por carretera, entre fábricas diversas, como la de Borges.
Pasada Vilagrassa, ya la ruta discurre por caminos rurales, mayormente sin asfaltar. Al poco se llega a Anglesola, donde he hecho un par de fotos a la Iglesia
y a la plaza de Santa Ana, en un bar de la cual he almorzado una tortilla de patatas con una cerveza sin alcohol. He wificado un poco y salido rápidamente para aprovechar la mañana.
La salida de Anglesola es idílica, entre campos de regadío, maíz y frutales. Sobre todo manzanos.
Llegue al canal de Urgell, lleno de agua con una corriente muy fuerte.
Ni pensar en bañarse en él, sería una muerte segura. Este canal es el responsable de toda la riqueza de la zona. Ahora amenazada por el boicot ruso.
Se camina un tramo junto al canal y luego se encamina uno a traves de pistas rurales durante varios kilómetros que el sol y el calor parecen alargar.
Hasta llegar agotado a Castellnou de Seana.
Me dirigí al ayuntamiento, y un oficinista me indico la dirección del Café Modern, los dueños del establecimiento se encargan de todo el tema de los peregrinos.
La amable camarera, Rosa, me hace entrega de las llaves del albergue y casualmente allí estaba el encargado del mantenimiento, en Josep, quien se ofrece a acercarme en su furgoneta.
El refugio es el vestuario de una especie de polideportivo, nada una pista de baloncesto, otra de tenis y otra de una especie de bolos que se juega en este pueblo. Tiene hasta 8 camas en cuatro literas. No está nada mal, salvo por el calor. Problema que al llegar la noche desaparecería. Hay una hucha para dejar la voluntad, meto 5 euros.
Me ducho vestido como es ya mi costumbre. Y salgo a por provisiones, las consabidas, agua, leche y galletas.   A la una me acerco al Moderno para comer. Abundante y barato. Y de regalo un trozo de carne de membrillo que dan a todos los peregrinos. Me lo dice en catalán, pero a pesar de las veces que me lo repitió, no se me queda, me parece que es algo así como "codonyella". También tienen un libro de firmas para peregrinos, repaso unas cuantas, pero no se me ocurre nada ocurrente, así que agradezco la acogida y poco mas... mas adelante se me ocurrió que podría haber hecho un haiku. Antes de marchar me avisa que viene otro peregrino en camino.
Llego justo cuando estaba cagando, por fin se había acabado el estreñimiento. El nuevo, se llamaba José Ramón, de origen dominicano, mulato, alto. Peregrino de los que llamo "los atletas", frente a "los paseantes o arrastrados"  como yo. Van a toda pastilla y se toma el peregrinaje como un reto deportivo. Es de Hospitalet y dice que ha rebasado a otro que viene detrás.
A las 16:05, llega el segundo peregrino, el Josep. Otro atleta, aunque mas lento que Jose Ramón.
El José Ramón se va a la piscina y nos quedamos el Josep y yo como guardianes del albergue. Se presento un señor preguntando cosas sobre el camino de Santiago, parece que quiere hacerlo. Yo le informo de lo que se, pero le remito al café Modern, que seguramente saben mas cosas que yo. Lo que hace.
A las 6 vuelvo al bar, pero no está la rosa, ni el otro chico que se encargan de los peregrinos, solo unos cuantos lugareños que están a la suya, así que tomo una cerveza, leo el periódico un poco y vuelvo al refugio. Compro unos helados para los compañeros, pero el José Ramón no ha vuelto y me como el suyo y el mio. Cenado.
Al cabo se presenta José Ramón, viene acompañado de otro peregrino. Un ciclista, no recuerdo su nombre. Iba completamente equipado, así ya se puede, pero no acaba de convencerme hacer el camino en bicicleta. Pierde autenticidad. Y allí pasamos la tarde hablando de nuestras cosas, ellos sintonizan mejor porque son jóvenes, pero en fin me acoplo como puedo.
Mas tarde llego el señor del bar, le trae la cena al ciclista, hacemos unas bromas, echamos unas fotos. La zona del albergue es el lugar de reunión de un grupito de adolescentes del pueblo. No fueron muy molestos, pero se hicieron notar hasta última hora. Y eso que sobre las once se desato una tormenta tremenda, pero que sin embargo refresco el ambiente, y pudimos dormir bastante bien.





5ª jornada. De Castellnou de Seana al Alcoletge


Sábado, 9 de agosto
Me despierto a las 4. Los demás dormían. Se me ocurre que como había Luna llena podría adelantar en el camino. Así que sigilosamente saque todas mis cosas y me marche sin despertar a nadie.
Todo iba bien hasta que salí del pueblo. La Luna se había puesto y era imposible orientarse. Así que volví sobre mis pasos. En el albergue la gente todavía dormía, así que me senté en el porche hasta que esclareció, que no fue hasta las 6:15.
El camino ha sido muy parecido a los anteriores, caminos agrícolas bordeados de maizales y frutales. De vez en cuando una granja de cerdos ponía una nota de olor en el ambiente. También vi una gran central fotovoltaica.
La primera parada fue en Palau de Anglesola, para almorzar en un puesto que, tal como dijo la dueña era de todo un poco. Bar, cafetería, quiosca y videoclub.
Un bocadillo de jamón sabrosísimo. Estamos en tierras de cerdos. Charlé con otra ex-peregrina ¿Quien en España no habrá ido o intentado ir a Santiago?
A la salida del pueblo vi a lo lejos a José Ramón, iba lanzado. Le llamé pero no me oyó, seguramente llevaba los cascos puestos...imposible alcanzarle.
Llegue bastante entero a Bell-lLoc.  Prometiendomelas felices. Pero el ayuntamiento estaba cerrado porque era sábado, y por lo tanto no había albergue. Tampoco hostales ni pensiones. ¿Que hacer? Pensé en coger el autobús hasta Lérida. Hacerme un poco de trampa. Llame al albergue de Lérida, pero no contestaba nadie. Bueno quedaba la opción de las pensiones y hostales.
Al final pense que solo tardaría en llegar 4 horas a pie, y al ver que estaba un poco nublado pensé que era viable intentarlo.
Pero el Sol, iba y venía entre las nubes, y cuando salía, se levantaba un vahído sofocante desde el suelo demoledor. Buscando sobras para ir parando por el camino ¡No había ninguna! El camino se hizo agotador. Así que cuando vi un cartel donde anunciaban un albergue en Alcoletge, un pueblo que no está en la ruta propiamente dicha, sino a un kilómetro y medio, vi el cielo abierto. Me costo llegar a Alcoletge dios y ayuda. Caí debajo de la sombra de un árbol, justo a la entrada, reuniendo fuerzas para los últimos metros.
Al llegar al albergue, lo encuentro cerrado. Hay un número de teléfono, pero no contesta nadie.
Ya resignado a mi destino leridano, me dispuse a comer en un restaurante que me recomendó la camarera del bar donde entre a tomar la consabida limonada. El restaurante Alborada. Comí de rechupete, pero lo que es mejor, la camarera contacto con la responsable del refugio y quedamos en la puerta.
Al poco llega Sonia, una chica joven que me mostró el refugio. Un albergue de lujo, casi nuevo, y todavía en promoción por lo que es poco conocido. Iba a estar solo en lo que parecía un suite de hotel. Tenía de todo, cocina, lavadora-secadora, sala de televisión...etc. Dos habitaciones de 4 camas cada una. Todo por 8 euros, con sábanas 12.
Esta Sonia es también la encargada del museo local anexo. Centrado en la guerra civil, en concreto del Frente del Segre. Con la que quede a visitarlo a las 19 horas.
Tras asearme, zapear un poco en la televisión e ir de compras. A las 19 bajé al museo a visitarlo. El museo es pequeñito, la chica lo explica todo con mucho entusiasmo. Tiene el pueblo dos héroes locales a los que está dedicado el museo. Y en terminando la visita, subimos a la parte de atras, donde hay montada una exposición sobre los restos de las trincheras de la Guerra Civil, y donde el ayuntamiento ha hecho una especie de parque para ir a pasear y tomar el fresco. Allí encontramos a otros tres turistas que se unieron a la visita guiada. Nos hicimos unas fotos, algunas de las cuales la Sonia colocó en el Facebook del museo.
Mas tarde bajé al bar a tomar algo, y a las 10 ya estaba dormido.






6ª jornada. De Alcoletge a Lérida


Domingo, 10 de agosto
Me he levantado temprano, poco antes de las 4. He estado desayunando, leche de soja y galletas. Arreglando la mochila. Me he deshecho del chaleco, no servía mas que para dar calor. También dejo la cantimplora, un engorro y un peso muerto. Me basta con la botella para llevar agua. He dejado el salchichón en la nevera. No me lo iba a comer, que lo aproveche otro peregrino.
Y he empezado a hacer vía, justo antes del amanecer. El trayecto se me ha hecho corto, solo eran 7 u 8 kilómetros hasta Lérida.
Pero al llegar a la ciudad me he visto perdido. Suerte que en el primer bar que he entrado a tomar la consabida limonada, un señor me ha indicado que suba a la catedral vieja. Lo que no me dijo era como subir, y he dado mas vueltas que un tonto. Con lo fácil que es coger un ascensor en la plaza de San Juan y luego otro a pocos metros, y en tres minutos estas arriba. Así que he llegado exhausto. Me han puesto el sello y me han dado un plano con la ubicación del albergue. Tenía la opción de visitar el conjunto monumental gratis, pero con lo cansado que estaba declino el ofrecimiento. Dejándolo para la tarde, que no podría ser porque estaba cerrado. Luego me enteré que esa noche abrían para admirar la Luna llena. De todos modos no podría haber subido por la razones que explicaré mas tarde.
Cansado me dirijo al albergue, total para encontrarlo cerrado. Se ve que cierran los fines de semana, y también todo el mes de agosto. ¡Genial! Por suerte hay una pensión bien céntrica y a buen precio en el mismo centro de Lérida. El Hostal Mundial. 25 euros con baño, 21 sin. Cojo el baño, y tras la ducha caigo exhausto en una profunda siesta.
Me despierto a la una, y salgo a comer. Busco un restaurante en Lérida, pero lo que se dice en el centro no encuentro ninguno, me alejo, cerca de la estación de autobuses me meto en un local que pone restaurante, pero que que ha conocido días mejores. Ahora lo lleva un chino, que me hace un plato combinado.
A mediodía, Lérida está muerta, solo se ven chicos negros jóvenes. Temporeros y no temporeros de fiesta, parece que en Lerida hay una importante población de color. Compro las provisiones en una gasolinera. No hay tiendas de pakistanís en Lérida. Y me vuelvo al hostal.
A media tarde, la pequeña inflamación que había notado está mañana en el un lado del labio, se ha extendido a los dos labios, parece que me he siliconado, me duelen y parecen a punto de reventar. La maldita leche de soja. Le pregunto a recepcionista por el ambulatorio, y me dirijo a que me ponga una inyección de cortisona, pues no es la primera vez que me pasa. En el ambulatorio me atienden muy bien, y aunque no baja la inflamación, ya no me duele y parece que remite.
Me vuelvo al hostal, donde paso leyendo y mirando la televisión hasta que me duermo. A la mañana siguiente me entero que cerca del hostal, se ha liado una buena. Una mujer ha muerto en una explosión de gas.







7ª jornada.  De Lérida a Hostal Cataluña-Aragón


Lunes, 11 de agosto
Me despierto sobre las 4, como casi siempre. Me aseo un poco y hago la mochila. Como todavía es temprano me pongo las noticias, donde viene todo lo de la explosión de gas. Sobre las 6:15 salgo, dejo la llave en recepción e inicio la marcha.
Salir de Lérida ha sido fácil, solo hay que reseguir el río Segre. Han hecho una pista que lo recorre, y también alarga el trayecto hasta Acarras al menos 4 kilométricos. pero de ira  por la carretera a ir por el rio, no hay color.
Me encuentro a varios transeúntes, se que es un paseo popular para hacer un poco de ejercicio, a la manera del camino del colesterol pratense. También me adelanta una pareja de ciclistas que van a Santiago y con los que intercambio saludos.
El paseo por el río es muy agradable, además no hace calor en absoluto. Pero si lo hiciera hay rincones donde uno se podría bañar en el mismo.
La llegada a Butsénit se produce casi sin darse cuenta. Allí hay un restaurante, pero está cerrado. Como algo junto a una fuente, y continuo la marcha.
Salir de Butsénit, si que ha sido un poco complicado, la ruta está oculta tras unas malezas y no hay señal ni gente a la que preguntar. La encuentro casi por casualidad.
De Butsénit a Alcarraz, son caminos rurales, con los consabidos campos frutales, hasta el polígono industrial de Alcarraz. En el primer edificio el bar Cisco. Ideal para almorzar, lo que hago. Desde el bar llamo a la pensión de Alcarraz, está completa. Lógico estamos en plena temporada de recogida de la fruta. Con lo que tras el almuerzo, directamente me dirijo al hosta Cataluña-Aragón que está a unos cuatro kilómetros de Alcarraz. Una hora entre frutales y después un tramo de carretera. Pero aún puedes parar a medio camino en un bar de carretera para tomar una coca-cola.
La habitación en el hostal vale 20 euros.  Allí mismo comí y cene. Y nada que hacer, pues es una parada de carretera. En frente hay un puticlub, pero no me va ese rollo.



8ª jornada, Del Cataluña-Aragón a Fraga



Martes, 12 de agosto
Me he levantado como es habitual a las 4. He estado haciendo tiempo, hasta las 6. La hora en que habría el restaurante, pero no han abierto. Lo hacen por fin a las 6:15. Bueno es igual, hasta las 7 no sale el Sol en esta parte de España.
Tras desayunar parto en lo que creía sería una etapa sencilla. Un paseo vamos. Pero ya en la primera rotonda me he equivocado. No estaba señalizado y he seguido recto, cuando debería haber tomado la pista de tierra de la izquierda. Me he adentrado en los campos de frutales mas de un kilómetro, hasta que preguntando a unos temporeros he salido de mi error, teniendo que dar marcha atrás.
Tras volver a la rotonda y coger la dirección correcta, el trayecto ha ido muy bien hasta el barrio de la Llitera donde he almorzado.
A la salida de dicho barrio hay un polígono industrial fantasma. Están las calles, están los transformadores de la luz y las parcelas, pero solo hay una sola fábrica al final de mas de un kilómetro de polígono fantasma. Todo está listo para una posible secesión de Cataluña y las empresas se instalen allí a fin de poder seguir vendiendo en España.
El ayuntamiento ha puesto un cartel señalizando una ruta para peregrinos que transcurre paralela al calle del polígono. El peregrino prefiere siempre pisar tierra a asfalto, pero en esta ocasión es mejor seguir por la calle del polígono, porque los carteles conducen a una explanada sin saber por donde seguir, mas que volver a al polígono, no sin antes pasar por una zona encharcada. Yo aprovecho para echar una cagada detrás de un pozo. Uno de los pocos placeres del peregrino, cagar en el campo.
De vuelta a la carretera del polígono, encuentras una flecha amarilla medio borrada en una farola que indica ir a la izquierda por una carretera que sube monte arriba. Es una fuerte subida, la carretera discurre entre pinares, sin apenas tráfico. Por suerte luego viene la bajada. Desembocando en la Nacional II, pero no cal asustarse, solo son 200 metros, enseguida encontramos un desvió a la derecha para continuar campo traves. Llegando enseguida a las afueras de Fraga.
En el primer bar he parado, el bar CAMSA, para tomar la consabida limonada. Sin duda la mejor bebida para el sediento peregrino.
Mas adelante pasas por el cementerio, cruzas la carretera por un puente peatonal de diseño, estilo calatraveño, y encaras una calle cuesta abajo que te deja en el paseo de Barrón, allí mismo está el ayuntamiento como amablemente me indica un paisano.
Había mercadillo, la gente se me queda mirando.
En el ayuntamiento me atiende un amable policía que me sella la credencial y me dice que el albergue está abarrotado por los temporeros de la fruta, pero que la parroquia provee de un alojamiento alternativo en un camping cercano. Me indica la iglesia y allí me dirijo.
Pero la iglesia está cerrada, y el camping seguramente lejos. Así que opto por buscar una pensión, por suerte en el mismo paseo Barrón está la oficina de turismo, y la chica me da un plano con las posibles pensiones. Las pensiones están en la parte nueva de la ciudad.
Fraga es una ciudad muy pintoresca, de aspecto medieval, con interesantes callejuelas que serpentean por una colina. Pero ¡ay! está muy mal cuidada, los que han podido se han ido a los pisos nuevos del ensanche al otro lado del río Cinca. Y la vieja ciudad se deteriora poco a poco.
Me alojo en la pensión Oller, muy barata 16 euros. Baño exterior. Allí mismo como, pues disponen de restaurante, por 5 euros mas.
Tras la siesta salgo a por provisiones y visitar la ciudad.
La noche la pase fatal, la habitación apenas tiene ventilación y hace mucho calor, al final tengo que dejar la puerta abierta para no asfixiarme. No hay nadie en esa planta.





9ª jornada.  De Fraga a Candasnos


Miércoles, 13 agosto
Salgo de Fraga. Al final de la avenida Aragón hay una cafetería-panadería. Aproveche para desayunar fuerte. Me haría falta.
Al poco el camino se vuelve en un trecho para cabras, esta muy deteriorado. Es la subida a los Monegros, todo cuesta arriba y con un viento en contra demoledor.
Hace frio, molesto, pero mucho mejor que el calor. Cuando ya estoy casi arriba me encuentro con un grupo de peregrinos que bajan, no son el camino de Santiago, sino de otra ruta que llaman de San Ignacio. O sea gente del Opus. Nos damos ánimos mutuamente y cada cual sigue su ruta.
Una vez arriba me encuentro en el páramo de los Monegros, todo llano y con campos de secano.
Paso por el Ventorrillo, un antiguo bar abandonado. Hay varias edificaciones también en ruinas, pero que en un momento dado pueden servir para pernoctar bajo techo. Y a hora y media esta la Venta del Rey, un restaurante-gasolinera de carretera, donde me rehago con un copioso almuerzo.
De la Venta del Rey a Candasnos hay poco mas de 4 horas, sobre terreno llano, y como está nublado no hace mucho calor. En Candasnos cojo una habitación en el hostal El Pilar, la otra está cerrada por vacaciones. Me ducho, lavo la ropa y tras una pequeña siesta, salgo a ver el pueblo y comprar alguna cosilla. Todo cerrado, el pueblo son 4 casas y una iglesia.
Hay una familia francesa con bicicletas pro el pueblo, despues me dijo el del bar que también son peregrinos. También hay piscina, pero es una opción desechable, no se porque me traje el bañador. El bar-hostal, cierra a las 18:30 y me he quedado fuera. Para hacer tiempo me meto en un bar a tomar una cerveza.
Cuando abre el restaurante algo una merienda cena. Entra otro peregrino en bicicleta, le pregunto se ha visto al alguno de los caminantes. Y me dice que no. Vuelvo a la habitación.




9ª jornada.  De Candasnos a Bujaraloz


Jueves, 14 de agosto
Duermo muy mal, me despierto constatemente y tengo frío. A las 4 como siempre, me levanto por fin. Rehago la mochila y me vuelvo a acostar. Pero no cojo sueño, así que aprovechando que el camino está bastante claro al menos hasta la Fuente del Gallego. Salgo a eso de las 5:30. Una caminata nocturna a la luz de la Luna y con la ayuda de la linterna. Llevo la chaqueta de plástico, aun así hace frío.
El camino bien, al menos hasta la Fuente del Gallego, un merendero al borde de la carretera. La fuente no tiene agua por cierto.
¿Atención! Después viene la trampa. La guía aconseja que los ciclistas no sigan por la ruta marcada. Pues los peatones tampoco deberían. Es una zona encharcada y llena de maleza. Salgo de la misma con los pies y las zapatillas todas mojadas y embarradas.
Sobre las 8:30 llego a Peñalba, un pueblo muy bonito. Me ha gustado. Al entrar a la derecha se ve un bar que tiene buena pinta. No os acerquéis, no hacen almuerzos, aunque si podréis tomar un café o algún refresco. Yo me tomo un café con leche y unas magdalenas. El dueño muy seco, antipático, a lo mejor creería que no le iba a pagar por la pinta que gastaba.
Me acerco a la iglesia para hacer una foto.
Al lado hay un puesto de frutas. Compro un par de peras que me como a modo de almuerzo. Me despido de la frutera, muy simpática y salgo del pueblo por la carretera de Caspe.
En un pinar paro para mear, echarme crema solar y cambiarme los calcetines embarrados. Me desinfecto los pies con alcohol. Me quito la chaqueta, a pesar de todo sigue haciendo bastante fresco.
A unos 4 kilómetros de Bujaraloz, me alcanza la familia francesa que vimos en Candasnos. Hablan español y estamos intercambiando información durante un rato. Nos hacemos fotos, aunque yo no hice ninguna para mi, por no sacar la tablet que llevo en la mochila. Ellos no piensan quedarse en Bujaraloz, sino continuar hasta Pina de Ebro. No tienen problemas de alojamiento, pues cargan con una tienda en las bicicletas. Muy simpáticos, pero un tanto inconscientes, cargar con tres niños por estos caminos de dios. Muchos de los tramos son por carretera y otros francamente peligrosos, como el trayecto de Fraga a Candasnos.
Los últimos kilométricos a Bujaraloz transcurre entre campos de maíz. Se ve que han hecho algún plan de regadíos nuevo que le da nueva prosperidad al pueblo. Al cual llego supercansado, tanto que paso de buscar el Hostal Español que es el que aconseja la guía, y me meto en el primero que encuentro. La Parrilla.
Este hostal es un poco mas caro, la habitación sale a 25 euros, y la comida a 17. Funciona mas como restaurante que como hostal. Abre tarde, y solo abre a la hora de las comidas y las cenas. Con todo como bien. Aunque la jefa es un poco seca. Una auténtica sargento. Muy profesional eso si, tal vez algún headhunters debería pasarse por allí y ficharla para llevar algún hotel importante. Es mucho mejor el hostal Español. Esta abierto las 24 horas y hay mas ambiente.
Después de comer me retiro a descansar. Me duelen los pies y tengo una pequeña inflamación en el ojo izquierdo que me hace bizquear un poco.
Descanso hasta las 18, y después salgo a visitar el pueblo, comprar agua, leche y chocolate. Y también necesito una camiseta, la blanca que llevo esta supersucia, y es inlavable sin lejía. Aunque no encuentro ninguna tienda de ropa. Aunque me aseguran que la hay, mas no la hayo.
Me retiro pronto, pues mañana es la etapa reina. Los 40 y tantos kilómetros entre Bujaranoz y Fuentes del Ebro.






10º jornada.  De Bujaraloz hasta Pina de Ebro


Viernes, 15 de agosto
Salgo poco antes del amanecer. Doy con el hostal Español que está abierto y aprovecho para desayunar. El camarero me indica por donde he de seguir, que no es por detrás del hostal como dice la guía, sino por el camino paralelo a la carretera que hay enfrente.
La primera parada es en la ermita de San Jorge, lugar donde los lugareños harán sus romerías. Hay una caseta para lavabos, pero está cerrada. Cago detrás.

Pronto me adentro en los Monegros, sin novedad durante los primeros 9 kilométricos. Por caminos de tierra entre barbechos y campos de trigo recién segados.
Estoy deseando llegar al Hostal el Ciervo, para descansar y almorzar.
Pero el hostal está cerrado. Se ve que desde hace mucho tiempo. Arruinado por la autovía. Por suerte la gasolinera de al lado tiene una pequeña tienda donde compro una ensaladilla enlatada. Y sentado en las escalinatas de El Ciervo me la como. Tras descansar unos minutos me vuelvo a poner en marcha, camino de la Venta de Santa Lucía, donde pensaba tomar una buena comida y echar la siesta en algún rincón de por allí.
Desgraciadamente la Venta de Santa Lucia también está cerrada. Se ve que cierran los fines de semana y los festivos. Me siento a la sombra, a comerme las galletas y el chocolate que llevo, que después junto a la ensaladilla me sentaría regular. Descanso un poco a la sombra. Sopeso quedarme allí y hacer noche. Pero una vez mas sobre valoro mis fuerzas y me arranco al camino.
Al poco todas las nubes a desaparecido y empieza a caer un sol de justicia. Empiezo a sentirme mal , la ensaladilla y el chocolate no han hecho buenas migas. Estoy verdaderamente agotado, por suerte veo una especie de cabaña de pastor con la puerta abierta. Me acerco, está abandonada desde hace mucho tiempo, esta sucia, pero no hay cagadas de ovejas. Así que me acomodo en una piedra, usando la mochila de cojín. Allí paso mas de media hora, e incluso doy alguna cabezada. Esta cabaña de piedra está muy bien, lastima que nadie se cuide de limpiarla y acondicionarla, al menos para los peregrinos que pasamos por allí. A ver si algún organismo público de turismo se acerca por allí y la acondiciona un poco.
Como veo que empieza a soplar un viento refrescante decido salir y continuar. Pero nada mas salir para y quedo a merced del Sol abrasador. Durante el trayecto pienso en mil cosas. Como coger el tren en Pina y abandonar. Al final me decido continuar al menos hasta Zaragoza, abandonando toda pretensión de llegar a Logroño.
Me entran ganas de cagar, así que busco un rincón discreto para hacer mis necesidades, una tontería pues no hay nadie en kilómetros a la redonda. En acabando me llama mi madre y me pregunta que donde estoy, si le digo la verdad, llama al 112. Así que le digo que cagando. Es el sino de peregrino, caminar, comer y cagar.
Parece que Pina no llega nunca. Por fin la veo allá a lo lejos, pero desde que se atisba hasta que llego es un auténtico infierno. Me voy metiendo en todas las sombras que encuentro a descansar unos minutos. Y seguir, camina o revienta, como decía el Lute.
Cuando llego a Pina, apenas siento los pies. La guía dice que no hay pensión en Pina, pero confío que en cinco años hayan abierto alguna. Al llegar a Pina solo veo chalecitos y casas adosadas. Una casa de esas en Barcelona o el Prat vale una millonada, pero en los pueblos cualquier mileurista se la puede permitir. Que rabia y que estafa.
Por fin encuentro un bar, pido un refresco y pregunto si hay alguna pensión en el pueblo. ¡Justo al lado! pero mi gozo en un pueblo, está llena a causa de las fiestas que se están celebrando. La dueña me aconseja que vaya al parque y acampe. Lo que hago. El parque está justo al lado del centro del pueblo, donde han puesto unas vallas para soltar vaquillas. En el parque enseguida veo que no puedo quedarme, hay unos sudamericanos con un altavoz a toda pastilla en el coche con música de su país. También hay mosquitos. Entonces decido que lo que voy a hacer es coger un taxi, hasta Fuentes del Ebro.
Entro en un bar a comer algo, y le pregunto al camarero por los taxis, me consigue el número de uno. Salgo a llamar, pero justo entonces me interpelan unos jóvenes que están en una terraza. A los que cuento mis cuitas de peregrino desperegrinado. Me dicen que la iglesia acoge a los peregrinos en un albergue. La iglesia está enfrente y está abierta, cosa rara, pues no he encontrado ninguna iglesia abierta en todo el camino. La causa de que este abierta es porque unas feligresas están arreglando el altar de un santo ¡¡Santiago!! No podría ser otro, es un verdadero milagro. Estas señoras muy amablemente llaman al encargado del albergue y me sellan la credencial. fabuloso
Al poco se presenta Julian, el encargado del albergue, y un autentico santo también. El albergue funciona porque el mismo se ha empeñado. Y por casualidad, ya que hace unos años acojío a un peregrino italiano que se había jodido el pie en los Monegros. De ahí partió la idea de abrir el albergue, que es una casa del ayuntamiento, que usaban los maestros destinados en el pueblo. Y ahora hacía las veces de albergue y sede de una asociación de cazadores.
Este albergue lo financia solo el tal Julián, sin la ayuda del ayuntamiento, ni la parroquia. El lo limpia, cambia las sabanas y hace el mantenimiento. Con todo hay una pequeña bandeja con monedas, supongo que para dejar alguna ayuda. Dejo 4 euros.
Los Monegros me han dejado hecho polvo, apenas puedo arrastrame a comprar algo de agua para mañana y resto en la cama toda la tarde y noche. Termino la novela Los vagabundos del Dharma. Tendría que practicar eso de la meditación, aunque pienso que el viaje mas que despertame a la conciencia cósmica me está dejando un poco atontado.





11ª jornada. De Pina de Ebro a Fuentes del Ebro

Sábado, 16 de Agosto
He dormido como un lirón en el albergue del Julián. Me he despertado sobre las 5. Y tras recogerlo todo, he salido a la búsqueda de algún lugar para desayunar. Lo primero que me encuentro es una maquina de vending, y aprovecho para sacar una pasta, por si acaso. Desde la plaza se oye que la fiesta continua, precisamente en el parque en el que iba a pasar la noche. Hay música a toda pastilla, y numerosos jóvenes deambulando por ahí. También hay un bar abierto, aprovecho para tomar un café con leche, aunque lo que verdaderamente me apetecería sería un chocolate con churros, pero estas costumbres no han llegado a Aragón.
En cuanto se hace la luz, me encamino. La salida del pueblo está justamente en un puente sobre el río Ebro.
Solo eran 11 kilómetros hasta Fuentes. Pero el camino, lleno de piedras y con un callo en el pie izquierdo lo ha dificultado un poco.
Tuve que parar a ponerme una tirita acolchada, que alivió un poco el dolor.
Con todo la entrada en Fuentes del Ebro es muy agradable, hay muchos arboles al borde del camino que dan buena sombra, y siguiendo las flechas amarillas enseguida he dado con la pensión Texas, que recomienda la guia. Desgraciadamente estaba cerrada. Luego me entearia que abren mas tarde. Pregunto por la Texas II, que está en las afueras, pero no muy lejos. Este es de un poco mas de categoría es un hostal y por lo tanto mas caro. 25 euros. Pero está muy bien, todo de diseño, podría pasar por un hotel de 3 estrellas, pero supongo que se mantiene como hostal porque no hay clientes suficientes para un hotel.
Tras la ducha salgo a comprar provisiones y la camiseta. Encuentro una que está bastante bien por 6 euros. También compro un peine, pues he perdido el que llevaba.
Vuelvo al hostal, que por suerte tiene wifi y me entretengo con el facebook un rato, hasta la hora de comer. Bajo un poco asustado, pues pienso que con tanto diseño me van a clavar. Pero solo me cuesta 12 euros.
Ya me subo a la habitación a reparar los pies y ver la televisión. A ver si mejora el callo, no son muchos los kilómetros que me faltan, pero no las tengo todas conmigo.





12ª jornada.  De Fuentes del Ebro a Zaragoza


Domingo, 17 de agosto
Me levanto temprano, como siempre. El camino es de piedras, el peor para mi callo. Con todo llego fácilmente a Burgo de Ebro. Un pueblo que también está en fiestas. Toda la calle mayor esta enrejada, preparada para la suelta de vaquillas, deambulando por el pueblo, buscando un lugar para almorzar, tropiezo con el hostal Danae. Allí me como una hamburguesa y estoy tentado de quedarme, pero quiero acabar hoy mismo el viaje y desisto.
La salida del pueblo es justamente por la carretera que lo atraviesa, a pocos metros ya hay una pista señalizada para los peregrinos. Que  trancurre paralela a la autovía, justo a la derecha en una hondonada hay un parque natural, Los Galachos del Ebro. ¡Cuanto mejor si el camino discurriera por ahí! Pero en fin.
No tengo ocasión de recrearme con el paisaje, el pie me duele y encima al caminar forzado se me ha producido un tirón en la pantorrilla. Lo riego con reflex, pero está claro que no voy a poder llegar a Zaragoza andando. Mi idea es llegar hasta La Cartuja y coger un autobús hasta la ciudad. No puedo correr el riesgo de que se me produzca un esguince y tenga que cojer la baja durante meses.
Paso por delante de una especie de granja grande, veo salir a una niña de unas caballerizas. Jo, que suerte tiene de pasar las vacaciones en un lugar así. Pero yo mismo pasaba los veranos en un sitio parecido, pues mis abuelos eran guardeses de un  pequeño cortijo de unos ricos del pueblo. Aunque había burros, mulas y un impresionante mulo. No eran animales de recreo sino para trabajar. No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.
Llego a la Cartuja, impresionante conjunto arquitectónico, pero por culpa del pie no puedo visitar. Directamente pregunto por la parada del autobus, y enseguida llego a Zaragoza. Allí el ultramoderno y según dicen ultradeficitario trambía me deja en el Pilar. Donde hago la foto de rigor.
Y doy por terminada la aventura por este año. Todavía camino de la estación tropiezo con el albergue de peregrinos y aprovecho para pedir que me sellen la credencial.
El año que viene probablemente continuaremos. Aunque no lo tomaremos con mas calma. Nada de trayectos largos. Caminar por la mañana y visitar pueblos por la tarde. Hacer mas vida social, preguntar cosas a la gente. Desde luego ir solo es una desventaja, esperaba encontrar compañeros en el trayecto. Pero este tramo es poco transitado. Con todo y a pesar de las penalidades, ha sido un buen desenganche de la rutina que llevaba, acabé lesionado, cansado, pero también muy relajado.








AÑO 2015

DE TÁRREGA A LA PEÑA




















Jornada 0. En Tárrega.

Miércoles, 5 de agosto
Este año, y tras la imposibilidad de hacer el camino primitivo, recuperé la intención de hacer la otra ruta catalana del camino de santiago catalán. La que va por Huesca en vez de por Zaragoza. Esta vez fuí acompañado por una amiga, Bea.

El viaje en tren a Tárrega ha sido largo y tedioso, casi tres horas desde Barcelona. Encontramos el albergue tal como recordaba, Ca N'Aleixs, en la plaza del Carmen,5. Vale 10 €. Había otros dos peregrinos, por lo que quedo casi completo, pues son 5 plazas.
Nuestros compañeros de cuarto eran la Mariangeles y su hijo Nil. Habían empezado en Igualada, por lo que llevaban dos días de viaje. Su intención era seguir nuestra misma ruta por San Juan de la Peña. Claro que a un ritmo mayor, por lo que no volvimos a verlos ni siquiera nos dieron referencias de ellos. Por lo que seguramente abandonaron. A Mariangeles le había aparecido las temidas ampollas.
Bea y yo salimos tras dejar las mochilas a visitar la ciudad y hacer algunas compras. Tárrega es una ciudad estupenda, que conserva bastante bien su casco antiguo, y dispone de numerosas plazas adaptadas para realizar diferentes actuaciones durante su afamado festival de teatro. Se ve una ciudad culta.

Aparte de algunos víveres, Bea compro un impermeable, unas chanclas y un cuchillo. Estuvimos buscando una navaja, mucho mas practica, pero no encontramos. Yo compre un libro "Regalo de Reyes" pues tuve que dejar la tablet estropeada en casa.
Mientras compraba el libro, Bea entabló conversación con un peregrino de la ciudad, miembro de la asociación de peregrinos de Tarragá, una de tantas casualidades que se dan en el Camino. En Josep Lluis Virgili. Quién nos explicó la nueva ruta para salir de Tarrega, tal que hay dos vias, una pasa por el parque de Sant Eloy y otra lo rodea, evitando una fuerte subida. Con todo nos recomendó visitar dicho parque, sobre todo al atardecer, ya que ofrece una de las puestas de sol mas expectaculares de mundo. Lo que hicimos, pues subimos a comer y ver la famosa puesta de sol.  Y podemos dar fe fehaciente de que así es.
En Josep Lluis y sus compañeros no solo se han encargado de la nueva ruta por Tarrega, sino que han señalizado buena parte de camí catalá. Lo que les agradecemos fuertemente, pues no hemos tenido ningún problema al seguir las flechas amarillas.
Sobre las 10 nos recogimos en el albergue, que cierra a las 12. Mariangeles y su hijo ya estaban preparandose para acostarse, y nosotros hicimos lo mismo. Con todo no dormí nada bien. Eche pequeños sueños, despertándome continuamente. Sobre las 2 me note un pequeño bulto en el labio, es el principio de cierta alergia alimentaría que sufro de vez en cuando a causa de los alimentos envasados, que intento evitar, pero que siempre acabo consumiendo algo que me arruina el día. No consigo dormirme hasta las 3. Pero a las 5, Mariangeles me despierta al intentar salir silenciosamente para prepararse para salir. La hinchazón del labio ya ocupa casi la mitad del labio, por lo que decido ir al médico a que me ponga la pertinente inyección de cortisona.
Abajo ya está la mujer encargada de la cocina, por lo que me puede indicar donde está el ambulatorio. En las afueras de Tarrega, a casi un kilomentro. Lo encuentro sin dificultad. Está vacío y me atienden enseguida. Después tengo que volver cojeando porque la inyección me ha dolido bastante. En fin, el problema quedo resuelto.
Cuando llegue al albergue Mariangeles y Nil, ya se habían ido. Bea seguía durmiendo. La despierto pues temo que el Sol se nos eche encima, aunque la etapa prevista va a ser cortita, para ir haciendo el rodaje. Bajamos y los del albergue nos dan de desayunar muy amablemente, estos días de verano apenas quedan residentes, pues vuelven con sus familias. Y sobre las 8, emprendemos nuestra primera jornada, hasta Tornabous a 10 kms.





 1ª jornada. De Tárrega al Castell del Remei


6 de agosto.
El camino a Tornabous va ser un paseo agradable, hizo sol, pero el camino atraviesa zonas de sombra y no se nos hizo nada pesado. A través de campos de cultivo de los consabidos maizales y arboles frutales.
Nada mas entrar en Tornabou entablamos conversación con un hombre que circulaba en una moto eléctrica. Buscando un bar para tomar un refrigerio, tropezamos con el bar Centric, el mas importante del pueblo. Allí entablamos amistad con la encargada del mismo, la Merce, una chica joven que nos invitó y con la que estuvimos hablando largamente, del camino, del pueblo y de la vida. El Centric es una especie de casino de pueblo, bar, sala de reuniones, teatro y cine a la vez.
Desde el Centric llamé al Can Modest, la casa rural que ofrece alojamiento a los peregrinos, pero tal como me temía, en pleno agosto no tiene plazas. Lo que no nos importo pues llevábamos la tienda de acampar. La Merce nos dijo que al lado del río había un parque ideal para acampar. También nos indico donde podíamos ir a comer. Un restaurante de carretera llamado El Molino.
En El Molino comimos estupendamente, estaba lleno y solo había una camarera, pero de una eficiencia que rayaba el virtuosismo. Le dejamos buena propina dentro de nuestras posibilidades.
Del restaurante salimos sobre las dos, hace un bochorno impresionante, y nos ha entrado el bajón. Por lo que buscamos una sombra desesperadamente para echarnos una siesta y pasar la calorada. Extendemos las colchonetas debajo de un ciruelo, donde consigo dormir un rato. Después se nos ocurre que mejor será que nos vayamos a la piscina del pueblo para hacer tiempo y refrescarnos. Gratamente nos sorprende que la piscina es gratis para los peregrinos, y en ella pasamos la tarde.
Sobre las 7 de la tarde suenan las campanas, es  la hora en que habren las tiendas y la mayoría de los bares en estos pueblos, coincidiendo con el final de la jornada laboral en el campo, nos vamos a comprar agua y la cena. A mas de las pastillas que me ha recetado la doctora. Paramos en una plaza, y se nos acerca el Fabian, un trabajador extremeño que ha venido a la campaña de la fruta. No esta muy contento con los precios que están pagando y esta dudando de volverse a su pueblo.  Desde luego la fruta es la riqueza de Lerida, pero la ruina de España. Y lo digo por el contexto socioeconómico en que se desarrolla. La fruta esta muy mal pagada al payes, aunque en el mercado valga mucho, los beneficios se los llevan los intermediarios. Pero no es el payes el que peor lo pasa, sino el país entero. Estos trabajos los solían hacer trabajadores procedentes de Andalucía, Extremadura y otras regiones españolas con mucho paro. Por contra ahora los hacen emigrantes africanos en su mayoría, marroquíes y negros. Por supuesto mal pagados y aun gracias, pues muchos no encuentran trabajo. Por lo que se cobra, a los españoles no les sale a cuenta subir hasta Lérida para no ganar casi nada. Así es como casi todos los pueblos de Lérida están llenos de extranjeros, que se quedan en el territorio una vez acabada la campaña, en vez de volver a sus provincias como hacían los españoles. Esto cambiará la estructura social de Cataluña a la vuelta de pocos años. En definitiva mas mezquitas y menos iglesias. Esta por ver si sera para bien o para mal.
Al anochecer nos acercamos al parque que nos recomendaron para acampar, pero resulta que está inundado, parece que hemos llegado el día en que riegan el césped. El universo parece que se conjura en nuestra contra. Cenamos en otro parque, y decidimos continuar el camino hasta encontrar otro sitio favorable para acampar, no sin antes despedirnos de la Merce, y comprar mas agua.
La Merce nos cuenta la historia de una peregrina inglesa que paso por allí, y a la que su marido llevo en coche hasta el siguiente pueblo con albergue, pues tenía los pies en llaga viva. Resulta que a los pocos días se la encontraron muerta en una cuneta. Seguramente atropellada o quizás sufrió un desvanecimiento mortal....que mal rollo.
Encontramos varios sitios para acampar, pero como todavía había luz, decidimos seguir hasta el siguiente pueblo por si había algún tipo de alojamiento.
Al anochecer llegamos a La Fuliola. Donde no había nada. Por lo que nos acomodamos al lado de la iglesia para pasar la noche. Allí estuvimos un buen rato, pero era imposible dormir, había mucha gente y muchos niños en la calle jugando y haciendo ruido. Solo conseguimos echar una pequeña siesta que nos desveló. Así que como el camino parecía bastante fácil de seguir con la linterna, decidimos hacer una etapa nocturna, bajo las estrellas. Desgraciadamente estaba nublado.
A la salida del pueblo, pasada la una, encontramos el chiringuito de la piscina abierta, parece ser el lugar de ocio nocturno del pueblo. Aprovechamos para tomar unos cafés con leche. Y continuamos la marcha por un camino asfaltado entre maizales. Nos cruzamos con un tractor nocturno y entramos en el recinto del Castell de Remei, y en una pequeña explanada de cesped, extendimos las esterillas para pasar el resto de la noche.





 2ª jornada. Del Catell del Remei a Linyola


Viernes 7 de agosto.
El Castell del Remei es una finca histórica con diversas edificaciones y que en la actualidad se explota con fines turísticos. Disponte de un restaurante, museo, una capilla y otras construcciones antiguas. Su actividad principal está alrededor del vino con denominación de origen.
Sobre las 6 nos despertamos y vemos una luz en uno de los edificios del Castell del Remei. No se porque pensamos que sería la panadería del complejo turístico, así que Bea se acerca a ver si puede comprar algo. No lo es, pero la persona que está allí nos invita a un café. El señor Tomás, se presenta como un trabajador, pero he visto en internet que es uno de los dueños. Se interesa por la ruta que estamos haciendo, y por las guias que empleamos.  Si hubiéramos seguido el plan establecido en las guías, habríamos llegado al mediodía. Habríamos comido en el restaurante, visitado el museo y las instalaciones. Desgraciadamente nuestra caótica ruta nos impide uno de los placeres del camino.
En cuando clarea el día, alrededor de las 7 reemprendemos la ruta. Nuestro objetivo es Linyola a solo 6 kilómetros y poder descansar de una vez.
Llegamos enseguida, paramos en el bar del pueblo a desayunar y reorganizarnos. En Linyola hay un señor que acoge peregrinos, pero ¡ay! excepto en agosto y septiembre, pues tiene frutales y utiliza el local para alojar a sus temporeros. Por suerte en la guía viene que hay un hostal económico en el que esperamos encontrar una cama y una ducha. Pero al llegar a la puerta, chasco, está cerrado por vacaciones. Nos vemos otro día de estar tirados por los campos, pues si no hay alojamiento lo mejor es acampar en las afueras e ir continuando el camino.
Vemos que también hay un hotel de lujo, de tres estrellas. Mínimo deben ser 100 euros, inasequible a nuestros bolsillos, pero por eso de preguntar por preguntar, nos acercamos. Nos ofrecen una habitación con precio especial para peregrinos a 50€, 25 cada uno. Es alto para nosotros, pero estamos tan cansados que aceptamos encantados. La habitación solo tiene una cama, pero es "king size", podemos dormir juntos cada uno es su esquinita, pues vamos juntos pero no revueltos.

El hotel La Guspira es fantástico, y su restaurante debe serlo todavía mas, pero solo el menú vale 20€, no te digo comer a la carta que es su especialidad. Así que tras dejar las cosas y ducharnos salimos a comer. En Linyola hay tres restaurantes, este del hotel, para gourmets, otro que tampoco es manco, a 16€ el menu. Y el normalillo, en el Ateneo, que es donde comemos nosotros de maravilla. Tras la comida corremos a echar una merecida siesta, pues estamos agotados.
Sobre las 7 de la tarde salimos a visitar el pueblo y comprar provisiones y otras cosas necesarias.
He perdido el espejito que uso para ponerme las gotas de los ojos, y necesito unas plantillas para las zapatillas que me van grandes y me están rozando peligrosamente. Bea compra no se que para el pelo. Vemos que está noche hay un concierto de piano en la iglesia. Volvemos al hotel a dejar las cosas y lavar la ropa.
Volvemos a salir un poco mas tarde, a tomar unas cervezas y oir el concierto. El concierto lo dan los alumnos de la escuela de música local.
No está nada mal, pero Bea sale a fumar y una niña pequeña está importunando a mi lado, así que me salgo yo también. Afuera está Bea, que me dice que ha estado hablando con otra peregrina, una chica alemana que se ha alojado en el local del señor que aloja peregrinos cuando no tiene temporeros. Se ve que ya estuvo el año pasado, y le conocía. Era la única mujer entre todos los temporeros, me parece que no estuvo muy comoda. De está chica oímos hablar mas adelante, nos cogió una gran ventaja.
Volvimos al hotel a dormir, en la televisión solo se veían las cadenas catalanas.



 3º jornada. De Linyola a Balaguer

Sábado 8 de agosto.
A las 5:30 ya estoy despierto. Me cuesta despertar a Bea, pero es necesario salir cuanto antes para escapar del calor. Tendimos la ropa en el baño, no se ha secado del todo y la habitación esta muy húmeda, el suelo mojado. Esto y el aire acondicionado me ha afectado a la garganta que empieza a picarme.
A las 7 ya estamos en la calle, dispuestos a empezar al etapa hacia Balaguer. Unos escasos 13 kms. En su mayor parte por caminos rurales de gravilla, al contrario de los caminos de Aragón que son de cantos rodados.
Por el camino nos para un paisano en coche, digo paisano porque es de cerca de mi pueblo, de Orce. Aunque lleva toda la vida en Cataluña, como yo. Se ha recorrido toda España a pie como pastor trashumante. Hablamos de esas cosas y de la inminente independencia de Cataluña.
Encontramos una casa deshabitada que tiene una mesa y unos asientos de piedra a la entrada, y naturalmente aprovechamos para parar y comer algo. También alimentamos un poco a los muchos gatos que hay por allí.
El camino continua entre arboles frutales, maizales y granjas de cerdos. Una economía cerrada, con el maíz y la fruta picada o que se cae de los arboles se alimentan a los cerdos, con cuyo estiércol se abonan los campos. Tal vez Extremadura sea famosa por sus cerdos alimentados con bellotas, pero la carne de cerdo de Lérida debe ser la mas dulce del mundo.
Entre uno de esos maizales paramos y echo una pequeña siesta, un microsueño de unos minutos. En general paramos cada hora. Hacemos horas lectivas, 45 minutos de marcha y 15 de descanso. Aun así antes de las 12 ya estamos en Balaguer. De nada ha servido madrugar y fastidiar a la pobre Bea, todo la mañana ha estado nublado y a la entrada de Balaguer está empezando a chispear.
Balaguer parece una población prospera, dividida en dos por el río Segre, a una riva la ciudad antigua, y a la otra el ensanche. Y como otras muchas ciudades sufre un problema. La población antigua esta ubicada en una colina por necesidades defensivas, y la ciudad nueva se extiende por el plano. Gracias a esto se han salvado las casas viejas, ya que las nuevas se construyen en el llano. Pero aunque las casa antiguas son mas bonitas que los bloques de pisos o los chalecitos, también son mas incomodas, con escaleras, poco espacio y calles empinadas. Resultado, los ricos se han ido al ensanche y las casas viejas se venden  o se alquilan a gente con menos recursos, lo que a la larga el casco antiguo se va convirtiendo en un gueto que se deteriora irremisiblemente. Por suerte Balaguer todavía no está muy deteriorado. El casco antiguo esta muy bien y su fachada al rio muy bonita.
Nada mas entrar se oye un ruido de coches corriendo y derrapando, se ve que están haciendo unas carreras en un circuito cercano, el ruido de estos coches se extiende por toda la ciudad.  Paramos en el primer bar que encontramos y pedimos los respectivos cafe con leche para Bea y limonada para mi. Como el albergue lo gestiona el ayuntamiento preguntamos por el mismo.
Esta en la plaza Mercadal, que resulta una plaza singular donde cada sábado hacen mercado. Al llegar el mercadillo está en plena actividad, con lo que entre tanto barullo unos cargados con mochilas no llaman mucho la atención.
En el ayuntamiento nos sellan la credencial, nos dan las llaves y un juego de sabanas de papel por cinco euros que vale el albergue. El alguacil nos indica el camino, y hacia allí vamos.
El albergue es nuevo, recién abierto este año. Es la casa restaurada de la escritora Teresa Pamies, fallecida recientemente. Es de verdadero lujo
Allí encontramos a una peregrina, la Daría. Una americana de California, arquetipo de chica californiana, rubia, alta, guapa y de piel trigueña. Esta haciendo el Camino de Santiago en bicicleta al reves, desembarcó en Santiago y esta camino de Barcelona.
Tras llegar al albergue comenzamos el ritual de rigor, deshacer la mochila, ducharnos (usando la ropa interior como esponja) y lavar la ropa. Y salir a comer. Al menos queremos comer una vez de menú,  y cenar cualquier cosa de lo nuestro.
No encontramos restaurante de nuestro gusto, nos pareció todo muy caro. Estábamos mal acostumbrados a las poblaciones donde hay muchos temporeros y los precios son mas baratos. Acabamos en una pizzeria. En la plaza encontramos a Daria junto a un amigo. Bendito internet que te permite hacer amigos en cualquier parte del mundo. Cualquier día me apunto a eso del Tinder.
Volvemos al refugio, esta lloviendo, pero conseguimos llegar sin mojarnos demasiado. Me hecho la siesta.
Al atardecer salimos a visitar la ciudad, subimos a la catedral, está cerrada, pero tiene unas vistas extraordinarias de la ciudad.
Bajamos abajo a la ciudad nueva a hacer unas compras, las habituales botellas de agua, leche y otras vituallas. Yo también me compro unas zapatillas, las chanclas japonesas que llevo me hacen daño y en solo dos dias ya me ha provocado una ampolla entre los dedos. Tomamos unas cervezas en la plaza Mercadal y volvermos al albergue a cenar y dormir.
Yo me acuesto pronto, Bea se queda fumando y mirando por la ventana.





 4ª jornada. De Balaguer a Alguerri


Domingo 9 de agosto.
Me desperté cerca de las 6. He desayunado en el piso de arriba, donde está la cocina-comedor. Al poco se despertó Daria, que rapidamente ha salido con su bicicleta. Le esperan dos etapas antes de llegar a Barcelona. En Igualada tomará el tren, quiere saltarse la subida del Bruc. Le recomiendo que vaya por la rivera del rio Llobregat en vez de por carretera. Vuelvo al desayunar, y me tumbo en la cama a la espera que despierte Bea. Me quedo dormido.
Por fin se despierta Bea y lo organizamos todo para salir, nos aplicamos la vaselina en los pies y montamos las mochilas. En la plaza Mercadal vuelvo a desayunar y departimos con los lugareños.
Todo seguido atacamos la cuesta que principia el Camino de salida de Berdaguer. El camino discurre por una pista de gravilla recién arreglada. A traves de campos abiertos.

Hace un dia esplendido, soleado con algunas nubes algodonosas y la mañana es fresquita. Nos esperan unos 16 kms hasta Alguerri.
Nos plantamos en Castello de Farfanya casi sin sentir. El pequeño pueblo al pie de una colina coronada por una impresionante iglesia.
A la entrada preguntamos a unos lugareños por un bar o restaurante donde comer algo. Y nos remiten al bar Lo Centro. Un local pintoresco y acojedor donde no hacen comidas. Pero nos ofrecen un plato de espaguetis que ellos mismos se ve que van a comer.  Yo rápidamente me apunto, vea solo pide un bocadillo de lomo. Yo además de los espaguetis pido un bocadillo de tortilla, como segundo. Aunque al final la mujer se equivoca y me trae también uno de lomo. Me conformo, no es cuestión de tirar la comida.
Después de comer y en busca de un lugar donde echar una siesta subimos a lo alto de la iglesia a través de una cuesta muy empinada y un poco peligrosa. No hay sombras al lado de la iglesia, bastante abandonada. Asi que al final nos tumbamos debajo de unos pinos.
Yo duermo cerca de una hora, pero Bea dice que no durmio nada porque tenía frío.
Bajamos al pueblo con la intención de tomar café en el otro bar del pueblo y pasar el resto de la calurosa tarde. Pero está cerrado por lo que emprendemos el camino de Alguerrí.
El camino discurre con la sierra Larga a la derecha y una explanada sin fin a la izquierda, un horizonte sin limites.
Todo va bien hasta que en un error fatal cogemos la dirección equivocada y damos casi un kilómetro antes de darnos cuenta que vamos hacía este, en vez de noroeste. Por una vez la brújula sirvió de algo. Desandamos lo andado. Por suerte es una senda entre las sombras de los arboles. Tal vez por eso nos equivocamos, era el camino ideal.
Llegamos a Alguerri cerca de las 9 y tras preguntar llegamos al hogar de jubilados San Blas, que gestiona el albergue, un piso anexo. Llegamos justo a tiempo, pues a las 9 cierran.
Los viejos son muy amables y nos da todo tipo de facilidades, indicándonos el bar-restaurante donde podemos comer. Al lado de la carretera. Lo que hacemos todo seguido antes de que nos cierren.
Bea pide un plato combinado con una enorme sepia. Yo por fin me puedo comer un bocadillo de tortilla, que se me antojaba desde ayer.
Volviendo al albergue, el ritual de siempre, deshacer la mochila, ducha, fricción de pies con alcohol de romero, lavado de ropa y a dormir.





 5ª jornada. De Alguerri a Alfarras


Lunes 10 de agosto.
Me despierto a las 7. Bea al poco. Desayunamos y nos preparamos para la salida. La ropa no se ha secado del todo. Dejamos la llave en el buzón del hogar del jubilado, y Bea se da cuenta que se ha dejado el bastón. Por suerte ya hay una persona dentro y amablemente nos vuelve a abrir el albergue.
Tomamos otro café en el bar de anoche y nos adentramos en el Camino. La etapa de hoy es un paseo, solo 8 kilómetros.  Al principio hay un tramo de carretera de unos 200 metros, pero pronto deriva a un camino de tierra.
Nada mas verme en la solitud y tranquilidad del campo, entre unos olivos, alivio mi problema de estreñimiento.
Cerca de Alfarras, paramos a descansar y a tender la ropa mojada en un campo de peras. Paramos mas de una hora, duermo un poco. Pero la ropa no se ha secado del todo. El algodón cuesta de secarse. Nota para otra ocasión.
El camino continua al lado de un gran canal, durante varios kilometros, hasta llegar a una carretera. Las flechas indican que hay que seguir por la misma, pero una de las guías dice que se puede seguir junto al canal, libre de los coches. Nos arriesgamos, aunque no hay ninguna flecha amarilla. Mas adelante le preguntamos a una persona si vamos bien, lo que nos confirman.
Efectivamente, pronto detrás de una escombrera se ve la ermita, y abajo el rio Noguera-Ribagorzana, a los pies del Alfarras. El último pueblo de Cataluña.
Hay dos puentes para entrar en el pueblo, uno es la carretera sin arcen, y el otro un puente romano al que han añadido un pasarela. Me cuesta convencer a Bea, que padece de vértigo, de que es mas seguro utilizar el puente peatonal que el de los coches.
Nada mas cruzar el puente, oimos una explosión y sentimos el aire de una onda explosiva, pareciera una bomba. Pero ha sido la rueda de un camión que ha explotado a 30 metros de nosotros. Menudo susto.
Paramos en el primer bar que encontramos, donde tomamos los consabidos cafe con leche, Bea, y limonada yo. Preguntamos al tabernero por un posible albergue o pensión. Y nos dice que no hay nada hasta Tamarit. Extrañado pues en la guía señala que hay un hostal en la Av Cataluña, preguntamos a un grupo de mujeres.  Y resulta que la pensión Florida esta a 50 metros.
La pensión nos cuesta 32 €, aunque al final nos rebajo a 30. Tras dejar las cosas salimos a comprar, pero las tiendas están cerradas, excepto los bazares chinos, que sorprendente mente para un pueblo tan pequeño, hay un montón. Yo al menos conté 4. Compre unos calzoncillos y unas zapatillas tipo Fran Cuesta, pues las que compré en Balaguer me van grandes.
Volvemos a la pensión, yo me quedo a comer, Bea dice que no tiene hambre y sube a la habitación. La comida es sabrosisima. La cocinera una mujer de mas de 70 años y madre de los dueños es una maravilla. Me como una ensaladilla rusa y unas albondigas de rechupete.
Una vez en la habitación Bea me dice que no se ha quedado a comer porque prefiere comer cosas compradas y bocadillos, pues está preocupada por el ritmo de gasto. Yo le digo que es un error, que es preferible comer bien y si acaso acortar los días de ruta. Me parece que logro convencerla, pero los acontecimientos posteriores nos impusieron un régimen de comidas inesperados. Pues prácticamente no hay restaurantes en los pueblos de Aragón.
Por la tarde salimos a comprar, bastante comida. Nos pasamos un poco, pues era mucho peso. Y tras dejar la compra salimos a visitar el pueblo. Hay poco que ver, el rio, un molino viejo
y una iglesia románica mal reconstruida...y cerrada. No vaya a ser que los turistas pretendan entrar a verla. Paramos en una terraza, justo al lado están las mujeres a las preguntamos donde estaba la pensión esa mañana. Nos hablan que hay una plaga de mosquitos. Adiós a dormir con la ventana abierta.
Esa noche duermo muy mal, me despierto a las 12, el ruido del ventilador me molesta. Me vuelvo a dormir a las 3, pero a las 5 vuelvo a estar desvelado. A las 6 se despierta Bea y aprovecho para convencerla para salir cuanto antes. No esta muy convencida pues sigue teniendo sueño. Creo que esta un poco enfadada conmigo por este madrugón, pero tiene buen caracter y enseguida se le pasa.




 6ª jornada. De Alfarras a Tamarit


Martes, 11 de agosto.
Sobre las 7 salimos de la pensión, en busca de un bar para desayunar. Encontramos uno recién abierto en la plaza. La dueña es de Finisterre y nos habla un poco de su tierra. No tiene pastas, pero si un pastel de manzana casero al que nos apuntamos. Craso error, pues no sale un poco caro. El desayuno para dos, 6 €. Eso si, el pastel estaba muy bueno.
Comenzamos el viaje a Tamarit de la Litera, unos 15 kilómetros. Entraremos en tierras aragonesas, eso de la Litera es una comarca.
El viaje comienza con kilómetro y medio por la carretera de Tamarit. Tengo que regañar varias a veces a Bea, pues tiene la peligrosa costumbre de caminar por el centro de la calzada, en vez de pegado a la izquierda. Soy el responsable de la expedición, jejeje.
Pronto entramos en caminos rurales para mi tranquilidad. Vamos acompañados de campos de cereales, ya segados, maizales y frutales. Jalonados por algunas granjas de cerdos que dan ese peculiar olor a los campos de Cataluña.
Cada hora vamos parando. Ya en la primera sufro los efectos de mi insomnio y me echo una siesta de hasta 15 minutos. Tanto madrugar para nada. A estas alturas veo que duermo mejor en el campo que en los albergues.
Cruzamos la frontera entre Cataluña y España.

Pasamos por una gran casona con un gran parque (vallado) y un lago al lado (abierto). Hay una pareja de excursionistas descansando, no los importunamos. Nosotros también paramos junto al lago un poco mas allá.


Al poco llegamos a la ermita de Sant Roc donde paramos para almorzar de nuestras viandas.
Sobre la una llegamos a Tamarit. Y nos dirigimos al ayuntamiento que gestiona el albergue.
Unas escuelas abandonadas, donde además está habilitada una mezquita y una asociación de amigos del Scalestrix, entre otras. El albergue está muy bien, tiene muchas plazas, tres habitaciones.
Tras la ducha nos vamos a comer. Comemos muy bien en restaurante Scarp, cerca del albergue. Después de la comida me entra el bajón del mal dormir y me echo una gran siesta.
Por la tarde salimos ha visitar el pueblo y hacer compras. Tamarit es sobre todo su gran plaza y una pequeña rambla. Tiene una parte alta desde donde se puede contemplar todo el pueblo, y un casco antiguo bastante deteriorado.
Una gran iglesia (cerrada), y algunas casonas de estilo aragones. Esto es de ladrillo de obra vista. El ayuntamiento está construido así, pero es una técnica de construcción que desgraciadamente no está generalizada, desluciendo el conjunto.
Pasamos la tarde en una terraza viendo al paisanaje. Y al anochecer volvemos al albergue a cenar, hablar, jugar a los dados e intentar dormir. Otra de las asociaciones es una banda de rock, que nos da la murga hasta mas allá de las 12. Con todo a  Bea le asusta un poco la vieja escuela, por fuera tiene un aspecto siniestro y el que este en las afueras no ayuda mucho. A lo mejor siente presencias.






 7ªjornada. De Tamarit a Monzón


Miércoles, 12 de agosto.
Me levanto sobre las 6. Bea duerme, pero a las 7 empieza a entrar sol por la ventana y también se despierta. Salimos a las 7:30, gracias que comprobamos que la puerta estaba cerrada antes de dejar la llave en el buzón. También dejamos un donativo de 5 €.
Desayunamos en el Scar e iniciamos la ascensión de Tamarit, pues el camino continua desde la parte alta. Nos espera nuestra primera etapa de mas de 20 kms. Tras descansar de la escalada, reemprendemos la marcha por un tramo de carretera. Bea otra vez por el medio de la calzada. Por suerte pronto llegan los caminos rurales.
A diferencia de Cataluña, que suelen ser de gravilla y hasta asfaltados, en Aragón prefieren los cantos rodados, muchas veces auténticos pedruscos. Imprescidibles unas suelas duras para estas etapas aragonesas.

Hoy el sol aprieta inclemente, tenemos que parar a menudo si no queremos cocernos. Una de las veces paramos debajo de un nogal, se está de maravilla. ¡Ojalá nos hubiéramos quedado allí!
pero continuamos nuestro penoso periplo. Al mediodía es imposible seguir, así que al avistar un pequeño chaparral, esto es un bosquecillo de encinas, decidimos pasar lo que queda de solana.
Al principio parece muy buena idea, pero con los carrascos hay unas pequeñas plantas que pinchan y acabo acribillado. Montamos la tienda a la sombra, pero es inservible, incluso a la sombra dentro hace un calor insoportable. Además las plantas pinchagudas la atraviesan por el suelo. Se constata que lo de la tienda es un error, decidimos abandonarla.
Tras comer, nos tumbamos en las colchonetas a dormir. Yo duermo una media hora, pero Bea parece que inverna. Me entretengo escuchando la radio y leyendo el libro que compré en Tárrega. En una pausa se me ocurre que se podría aprovechar el plástico de la tienda y la desgarro. Resulta una estupidez ¿para que me ha de servir un trozo de plástico negro?. Con todo la tienda ha quedado destrozada.
Sobre las 4 y media se despierta Bea, y recogiendo todo,  reemprendemos la marcha, aunque el sol no ha amainado en absoluto. De sombra en sombra y tiro por que me toca. Para colmo tenemos poca agua, hemos gastado demasiada al comer, pues el pan estaba muy duro. Queda poca y caliente, tenemos que racionar la.
Avistamos un taller en un cruce de carretera, les pedimos agua. Pero tampoco tienen mucha, y como hemos tirado la caliente para que nos llenen la cantimplora, nos quedamos con la misma, aunque fresca. En esta parte lugares apartados el agua del grifo no se puede beber, es la misma que usan para el riego.
Hay varias casas, pero o están abandonadas o con perros, por lo que no nos atrevemos a pedir agua. En una de nuestras paradas a la sombra, se nos acerca una furgoneta, viene a comprobar que no somos ladrones, que tanto abundan hoy en día en los campos españoles. Se llevan de todo, desde los frutos, hasta las cañerías y desde luego las bombas de agua y los paneles solares. Le pedimos agua, y amablemente va a buscarla a una casa cercana. Nos trae toda una botella de agua fresca.
Continuamos con mas buen animo. A los pocos kilómetros nos encontramos un pequeño arroyo que baja por el camino, seguimos el rastro del agua, se trata de un escape de un ribazo en un campo de maíz.
Aprovechamos para refrescarnos, nos echamos agua encima y mojamos los gorros y nos ponemos las camisetas mojadas. Aparece el campesino a reparar la rotura, hablamos con él de algunas anécdotas del camino, de como ha llevado a veces a algún peregrino en el coche.
Continuamos la marcha hasta un gran canal, esta vez el Cataluña-Aragón. Estos canales son auténticos ríos, pero sus aguas circulan muy rápidas entre paredes de hormigón. Si te caes ahí sería difícil salir.  Al poco pasa una furgoneta, y un señor para para ofrecernos agua. Lo que aceptamos encantados.
Justo antes de empezar el Camino, estaba leyendo (todavía no lo he acabado) el libro El Secreto, que habla de la posibilidad de que el universo al ser un pensamiento que depende de un observador con infinitas posibilidades cuánticas, puede ser manipulado, conjurado, para que se ponga de nuestra parte con solo desearlo. Es desear una cosa y las infinitas posibilidades que existen se pueden poner de nuestra parte, o también un pensamiento negativo puede causarnos un gran mal. Casos como este del agua, parece dar a la razón a la autora del libro y documental (podéis encontrarlo en Youtube).
Una última parada para tomar una aspirina, me empieza a doler la cabeza a causa del sol, también tengo molestias en la garganta, temo haber cojido una infección. Me doy otra dosis de vaselina en los pies.
Al poco vemos el castillo de Monzón a lo lejos, justo al atardecer para poder una magnifica foto de puesta del sol tras sus murallas. Esto nos anima en nuestra cansada marcha.
Nos adentramos en Monzón cuando ya es de noche, preguntando por el ayuntamiento, unos nos mandan para arriba y otros para abajo. Parece que en realidad no nos entendían y pensaban que unos turistas solo pueden preguntar por el castillo. Por fin unos niños nos encarrilan en la dirección correcta. Son muy preguntones, pero les respondemos con paciencia y amabilidad a fin de crear vocaciones camineras.
El ayuntamiento está cerrado, pero entrando en la policia local nos informan de que no habiendo albergue, sin embargo hay varias pensiones y hoteles. Dos cerca de la estación. A donde nos dirigimos.
Conseguimos una habitación en el hostal Venecia, 38 euros, aunque luego nos cobraron 35.
Tras dejar las cosas bajamos a comer. Hacemos amistad con el camarero, el Pablo. La gente es muy amable con los peregrinos....en general.
Estamos supercansados, así que tras la cena nos retiramos a dormir. Nada mas levantarme de la mesa, noto un dolor horrible entre las ingles, los calzoncillos que compre en los chinos me han provocado una rozadura tremenda. Nuestra intención es permanecer en Monzon, toda la mañana del día siguiente. Para hacer compras, visitar la ciudad y sobre todo el famoso castillo.



 8º jornada. de Monzón a Selgua


Jueves, 13 de agosto.
Los 13 están gafados, y este no podría ser menos. Para este día habiamos previsto, una visita turística en Monzón y un breve paseo por la tarde hasta Selgua, donde un hostal nos esperaba para reponer fuerzas para etapas posteriores.
Me despierto a las 3. Pero consigo volver a dormirme hasta las 7. Al poco se despierta Bea y bajamos al bar del hostal a desayunar. Tenemos la habitación hasta las 12, así que salimos de compras dejando las mochilas en la misma. Necesito urgentemente calzoncillos nuevos, tipo boxer. Nadie me dijo que llevar slips de excursión es predisponerse a la tragedia a causa de las rozaduras. Ahora nada de baraturas, 3 calzoncillos 24 euros. Estaban de oferta, los había a 24 euros cada uno. También compro aloe vera, para las rozaduras y los pies. Intento comprar un antibiótico para la garganta, pero ya no los venden sin receta. Bea compra unas gafas de leer de cerca. Mas el agua y las provisiones para esta tarde.
Volvemos a la pensión a montar la mochila que nos guardarán abajo mientras visitamos Monzón.
Vamos al ayuntamiento, a la oficina de turismo, para recoger un mapa de los sitios interesante y de paso preguntar por el albergue. Pues resulta insólito que una ciudad como Monzón no disponga de uno, estando donde está y teniendo su famoso castillo que la convierte en una atracción turística de primer orden. En turismo no hay nadie, pero una chica del ayuntamiento nos remite al castillo donde tiene toda clase de información.
La subida es empinada, pero a estas alturas, estamos curtidos. En la entrada preguntamos si hay descuentos para peregrinos, nasty de plactic, pero nos ponen un sello en las credenciales con el símbolo templario que mola un montón. Dos caballeros en el mismo caballo. El castillo está muy bien conservado, acaso la exposición es muy somera, pero para una visita rápida no se puede pedir mas.
Yo pondría algunos figurantes disfrazados de templarios y que hicieran de guías. Para profundizar en el mundo templario ya hay bibliotecas enteras.
Monzón es uno de los enclaves históricos mas importantes de España y quizás de occidente. Allí se forjó el malogrado imperio catalán, el que iba ser el renacimiento de Imperio Romano y la cultura clasica y ha acabado en las miserias de Artur Mas  y las rapiñas de Jordi Pujol.
Deambulamos por la ciudad hasta la hora de comer. La iglesia, que es la otra joya arquitectonica de Monzón, está cerrada. Como siempre.


Y volvemos al hosta a comer. Pagamos, recogemos las mochilas y vamos en busca de un parque donde dormir un poco mientras pasan los calores del mediodia.
Paramos en el cesped del parque Labordeta, Bea se echa una buena siesta, pero yo no puedo estar tranquilo, el parque esta lleno de unos pequeños bichitos, que si bien no pican, son muy molestos.
Sobre las 5 y media de la tarde nos ponemos en marcha hacia Selgua, poco mas de 7 kilómetros.
La salida de Monzón es penosa, por la carretea nacional 240, y encima hay que cruzar un largo, alto y precario puente sobre el río Cinca. Que asusta mucho a Bea, pues padece de vértigo. Después todo transcurre por parajes singulares. Hay una zona de pinos, donde intentamos parar pero una plaga de mosquitos se nos echa encima. Después cruzamos una zona industrial ¿me pregunto que fabricaran ahí? y por último un camino rural llano y sin piedras entre olivos y torres de alta tensión sin cables, pero cuajadas de nidos de cigüeñas. Seguramente por eso no las han retirado.
Al llegar a Selgua, sorpresa, están de fiestas, y como es natural el hostal está lleno y reservado. Los nativos de Selgua aprovechan las fiestas para volver al pueblo. Sin saber que hacer, decidimos parar de todo modos en Selgua y aprovechar la recomendación de un paisano de dormir debajo de los soportales del ayuntamiento.
Así que establecemos nuestro cuartel general en el bar del centro social, donde nos comemos sendos bocadillos. En este bar hay ordenadores con internet gratis, desde donde consigo enviar un mensaje al Facebook, aunque no fotografias, pues no tiene ranura para tarjetas SD. Justo esa noche la cámara se ha estropeado del todo y acabo tirándola a la papelera.
Al poco nos dicen que por motivos de las fiestas se esta regalando a todos los participantes y plato con longaniza y patatas. Y allá que nos apuntamos, aunque sin hambre pues acabamos de comer, pero pesábamos guardarla para despues. Al traerla al bar, la mía se cae al suelo y tengo que tirarla.
Ya mas tarde, nos acomodamos debajo de los arcos del ayuntamiento, pero es imposible dormir. La gente no deja de pasar y mirarnos. Y encima al poco pasa la charanga con todo el tromperío. La música se oye bastante desde donde estamos y apenas conseguimos dormir un par de horas. A la 1 nos cansamos de intentarlo, y como el bar está abierto, volvemos al mismo.




 9ª jornada. De Selgua a Berbegal


Viernes, 14 de agosto.
Son las dos no podemos dormir y estamos demasiado cansados para unirnos a la fiesta. Así que propongo a Bea una etapa nocturna, hasta el siguiente pueblo Ilche, a 7 kilómetros, poco mas de hora y media. Para no perdernos en la oscuridad cogeríamos la carretera, a estas horas desierta.
Emprendemos la marcha en la que sería la etapa mas espectacular que hiciéramos. Todo esta oscuro en una noche sin Luna, excepto el universo infinito. El cielo esta tachonado de cientos de miles de estrellas, se ve la Vía Láctea y cada pocos minutos aparece una estrella fugaz. Son las Perseidas, las famosas lagrimas de San Lorenzo que aparecen por estas fechas.
Con todo, no se si por mirar al cielo, Bea se cae y nos da un susto, por suerte no le paso nada. Pero pongo en duda que haya sido una buena idea lo de la etapa nocturna.
A la hora prevista llegamos a Ilche, es noche cerrada y no se ve a nadie por las calles. Encontramos la cancela de la iglesia abierta, y en ese zaguán nos acomodamos a dormir. Lo que hacemos hasta la hora en que sale el sol. Hambrientos y con ganas de un café, reanudamos la marcha.
Nos ha ido tan bien por la carretea que decidimos seguir por ella, en vez de por el camino marcado.
Craso error al poco comienza a haber bastante tráfico y no podemos volver al camino original. Bea espera encontrar una gasolinera o algún bar para poder desayunar, pero no hay nada y tenemos que hacernos un cafe soluble en agua fría.
A tres kilómetros encontramos un enlace con el Camino marcado, y no dudamos en librarnos del tráfico. Nos las prometemos felices de seguir los restos de una calzada romana, de la que no queda nada. Todo sea dicho, y que mas adelante se hace intransitable a causa de la vegetación,
tal es así que a la vista del pueblo, emprendemos la ruta a campo través para coger la carretera que sube hasta el pueblo de Berbegal, sito en lo alto de un alto, muy alto promontorio. Cuesta subir la cuesta. Pero lo conseguimos después de resoplar y descansar varias veces.
Llegamos al bar Meridiano, centro neurálgico del pueblo.
Llamado así porque por ahí pasa el meridiano de Greenwich. Desde allí contactamos con Manu, el encargado del albergue, de la piscina y todo lo relacionado con el turismo.
El albergue es genial, y dispone de todo. Hasta lavadora que funciona. Lo que aprovechamos para lavar toda la ropa sucia y la mal lavada en etapas anteriores.
Manu también nos pasa comida que han ido dejando peregrinos anteriores. Hay suficiente para comer y cenar.
Tras el aseo salimos a comprar unos cuantos ingredientes que nos faltan, entre ellos un pan que fabrican allí en el pueblo y que se llama "dos moños" aunque parece dos tetas, muy rico. Bea prepara unos macarrones de rechupete. A mi me toca fregar los platos y la cocina.
Tras la siesta, salimos a visitar el pueblo que es muy bonito y tiene unas vistas extraordinarias.
También dispone de varias rutas senderistas, pero con lo que llevamos encima, no vamos a andar mas. El pueblo intenta explotar el nuevo turismo rural. Junto al mismo albergue está la casa rural que se alquila a los turistas.
De vuelta al albergue, Bea cocina unas tortillas con un jamón serrano buenísimo y medio melón que compramos. Estamos en ello, cuando llega Manu con dos nuevos peregrinos, en Marc y el José, dos ciclistas de Sabadell. Tras la cena salimos al bar Meridiano, para dejarles que se acomoden tranquilamente y se hagan la cena. Les dejamos la mitad del melón y unos helados que no nos vamos a comer.
A la vuelta, todavía están comiendo. Nosotros preparamos la mochila para poder salir sin hacer el menor ruido posible. A las 11 estamos todos en la cama. Yo dormí fatal....como siempre.





 10ª jornada. De Bermegal a Pertusa


Sábado, 15 de agosto.
Salimos del albergue dejando a los ciclistas en la cama. Paramos en bar Meridiano a desayunar, tenemos que esperar un poco, pues abren a 8 y faltan unos minutos.
Pronto vienen un par mas de parroquianos, una mujer que acaba de salir de trabajar y otro señor madrugador. La mujer tiene familia en el Camino, pero en el norte.
Tras el desayuno bajamos del pueblo por una senda de cemento, un poco escarpada. Pasamos por una granja con muchos perros, aunque todos están atados menos uno que no muerde. Y al poco salimos a campo abierto.
Es encontrarme en medio de la inmensidad de la naturaleza y pasarseme el estreñimiento crónico. Creí que iba a ser incomodo cagar en el campo, pero es todo lo contrario, es mas incomodo cagar en waters desconocidos.
Pasamos por un pueblo con una plaza con una barbacoa. Paramos un rato escuchando la radio, pues están entrevistando a un peregrino histórico, de los que empezaron en los años 70 y viaja vestido de peregrino medieval.
El camino conduce hacia la riba de un canal, por la carretera de servicio.
Aunque no pasa ningún coche. Es un trecho de varios kilómetros por esta carretera, con el canal a la derecha y unos arboles que no se si son pinos o cedros. Yo diría cedros, pero huelen como pinos.
El canal desaparece por un túnel, y la carretera se transforma en la consabida pista rural aragonesa llena de cantos rodados de todos los tamaños. Estoy haciendo todo un curso en geología por la gran cantidad de piedras que llego a ver a lo largo de todo el día.

Por fin llegamos a la carretera de Pertusa, recien asfaltada huele fatal a alquitrán, por suerte o por desgracia...o por gracia de los diseñadores del Camino, la abandonamos para entrar al pueblo por una senda retorcida y a ratos escarpada.
Pertusa es un pueblo diferente de los demás que hemos visto, en vez de estar encaramado en un cerro, este está oculto en una hondonada junto al rio.
Además de está singularidad tiene un monumento de interes nacional, una torre de campanario diseñada por Juan de Herrera, el arquitecto de El Escorial. Se ve que Felipe II, tuvo que parar en el pueblo a causa de una indisposición y fue tan bien tratado que hizo construir este campanario por su arquitecto preferido como regalo al pueblo.
Los de Pertusa le sacan partido al campanario, nada mas entrar se oye un repique de campanas espectacular. Nosotros nos decimos que será en nuestro honor. Pero no, el pueblo está en fiestas, y determinadas horas hacen ese alarde campanil.
Preguntamos por el bar donde dan las credenciales, y un señor amablemente nos acompaña. Y también nos acompaña donde el albergue, pues el que se encarga cojea y le cuesta moverse. El albergue es impresionante, un autentico chalet.
Completamente equipado, tiene hasta televisión. Aunque la lavadora no supimos ponerla en marcha.
Salimos a comer y comprar algo, pero en ninguno de los dos bares tienen otra cosa mas que patatas fritas de bolsa. Por suerte el bar donde dan las credenciales es también la tienda, y aunque cerrada por las fiestas, el dueño se acaba apiadando de nosotros y la abre para vendernos alguna cosa. Compramos arroz, pan, atún, leche y por supuesto agua. Ingredientes con los que Bea hace un arroz a la cubana, sin huevo, pero con atún. Muy rico, muy buena cocinera.
Luego vemos un para de películas en la tele, Tomboy y otra de una chica muerta.
Yo me quedo durmiendo frente la tele, pero Bea se acuesta y duerme hasta el anochecer. Ni el repique de las campanas la despierta.
Tras la cena, salimos a ver la fiesta.
Nos tomamos un par de cervezas mientras escuchamos la orquesta Los Carmelo, los vecinos no se puede decir que sean muy fiesteros. Estos aragoneses son muy reservados, solo se nos acerca una señora que es de Sabadell. Bueno es maña pero vive allí.
Nos recojemos sobre las doce, yo me voy a dormir y Bea se queda viendo la televisión y escribiendo en su diario.





 11ª jornada. De Pertusa a Pueyo de Fañanás


Domingo, 16 de agosto.
Me despierto sobre las 7. Me visto y poco después despierto a Bea. Recogemos, limpiamos y desayunamos lo poco que tenemos. El café soluble, la leche y membrillo. Salimos a ver si los bares estaban abiertos, pero nada. Por lo que emprendemos la ruta a Pueyo de Fañanás. Poco mas de 15 klms.
El camino transcurre apacible, tras una breve pero montaraz cuesta, una escalada en realidad.
Enseguida llegamos a Antillón.
El bar está cerrado. Pero se para un coche y es el alcalde y tras interesarse por nosotros, dice que enseguida llama al encargado del bar, que está abajo en la piscina.
En el bar no hay nada de comer, por lo que nos limitamos a unos someros cafes con leche. Este pueblo, Antillón no dispone de albergue propiamente dicho, pero se facilita la estancia a los peregrinos para que pernocten en el pabellón deportivo con opción a piscina gratis. Esta demasiado cerca de Pertusa, por lo que continuamos la marcha.
Para salir del pueblo hay que subir una empinada cuesta. Justo en medio hay un perrito ladrador y cabroncete bastante agresivo. Nada mas subir la cuesta, me doy cuenta que me he dejado el sombrero en el bar. Por lo que tengo que bajar y volver a pasar por delante del perro, que no me muerde porque lo aparto con el bastón. A la vuelta echo por la parte de atrás, pero el perro me huele y me vuelve a darme la vara. Bea mientras tanto se queda guardando las mochilas y admirando el paisaje, que desde esa altura es espectacular.
Caminamos y paramos a las 12.
A la 1 buscamos una sombra donde parar para comer algo de las provisiones, una lata de atún que nos queda con pan duro, algunas almendras y caramelos de limón. Vemos una construcción abandonada, pero está cerrada y no hay ninguna sombre, es casi medio día el sol cae a plomo. Para un camión con dos personas que se interesan por nosotros y el camino. Nos desaconsejan parar al lado de las construcciones de la zona, son antiguos corrales y están llenos de pulgas.
Por fin encontramos unas sobras bajo unas encinas. Tendemos la ropa mojada y nos disponemos a descansar, la mayor parte de los calores.
Al poco aparecen por el camino un grupo de jóvenes peregrinos, dos chicos y dos chicas. Vienen desde Bernegal. Hablamos un poco y quedamos con ellos en Pueyo, pues nosotros vamos a seguir un rato a la sombra.
Acabo un capítulo del libro Regalo de Reyes, y como no puedo quemarlo como la protagonista de Wild, lo esparzo al viento. No es basura, son mensajes.
Recuperamos la marcha. El camino a veces se hace confuso, pero gracias a las huellas que dejaron los jovenes anteriores, llegamos a Pueyo sin más problema. Posteriormente nos dijeron que llevan una aplicación en el móvil, WIKILOC, me parece que se llama, y parece que facilita mucho la orientación. Habrá que informarse sobre eso.
En Pueyo llegamos al bar social y unos señores que estaban jugando a las cartas, nos ponen en contacto con Ana, la hospitalera, que vive al lado. Nos toma los datos, nos sella la credencial, con el sello característico de Aragón (casi todos los pueblos tienen el mismo, esta claro que es cosa de la Chunta). Nos cobra 5 euros por el albergue y cuatro por un kit de comida para peregrinos. Pues no hay ni tienda ni el bar tiene nada para comer. El kit es un plato precocinado de albóndigas o lasaña, mas dos cervezas.4 euros. Las llaves del albergue las tienen los chavales que nos precedieron y que están en la piscina, ya nos dijeron que estaban haciendo la ruta de las piscinas y recalan en todas. Voy a buscarlas mientras Bea se queda con las mochilas y la bolsa de comida.
El albergue está muy bien.
Nos preparamos la comida y nos acostamos a echar la siesta. Yo me despierto al poco, pero Bea duerme toda la tarde, y solo se levantará para volver a acostarse. Dormirá mas de 14 horas. Como no quiero irme y dejar la puerta abierta, o llevarme la llave y dejarla encerrada. Me quedo en la litera escuchando la radio y viendo anochecer por la ventana.
Pasadas las 10 me duermo yo también. Sobre la una se escuchan unos golpes en la puerta, me acerco a abrir con aprensión, pues no podemos alojar a nadie sin permiso de la hostelera. Son una pareja joven, según me explicarón se habían perdido y habían llamado por teléfono para que fueran a buscarlos con un coche. Se ven agotados. El albergue está lleno, pero se acomodan en el comedor.  Los otros cuatro ni se inmutan. Bea se desperto un rato, pero tras hablar con ellos volvió a dormir, y yo también.



 12ª jornada. De Pueyo de Fañanás a Huesca


Lunes 17 de agosto
Nos hemos despertado sobre las 7. Los de Barcelona también se ha despertado, mientras que los que llegaron a la una siguen durmiendo. Desayunamos y salimos antes que ellos.  Queremos llegar pronto a Fañanas que esta a casi dos kilómetros, para almorzar fuerte, pues no hemos cenado anoche y había muy poco para desayunar.
Al llegar a Fañanas le preguntamos a un hombre por el bar, nos acompaña pues le pilla de paso. Al llegar justo el encargado del bar ha cerrado para irse a trabajar. En estos pueblos los bares suelen ser centros sociales llevados por voluntarios. Por lo que hasta el mediodía no volverán a abrir. Resignado reiniciamos la marcha, pensando en el hambre que vamos a pasar, pues apenas tenemos almendras y algún caramelo de limón. A la salida, vemos bastante cerca la localidad de Alcala del Obispo, a solo dos kilómetros de Fañanas, decidimos desviarnos a ver si podríamos encontrar un bar o una tienda. De vuelta en el camino nos encontramos con los de Barcelona a los que contamos nuestros planes. Ellos acaban hoy, pues esta tarde tomarán el autobús de vuelta a Barcelona en Huesca. A 15 klms.
Nos volvemos a encontrar al señor que nos acompaño antes. Que nos desengaña de nuestras intenciones, en Alcalá tampoco hay nada. Pero amablemente se ofrece a invitarnos a un café y galletas en su casa. Lo que aceptamos agradecidos. El señor Pedro no vive en el pueblo permanentemente, es de Huesca y se desplaza a menudo. Mientras no está la casa se la cuida un simpático perrito rubio, al que llama Urdangarin. Urdangarin, tenía la manía de ladrar a los coches hasta que desgraciadamente le atropello uno, y ahora cojea un poco. Es un perro muy simpático y cariñoso. Pasamos una buen rato en casa de Pedro, del que al final nos despedimos, mientras Urdangarín nos acompaña hasta la salida del pueblo.
El siguiente pueblo se llama Ola, y esta a solo 5 kms.
Con tan amistoso nombre, esperamos encontrar algo de comer.
Una tienda, un bar, algún vecino que nos venda algo. El pueblo parece desierto, estamos un buen rato descansando en la plaza y no vemos mas que una avispa que nos hace correr. El pueblo parece abandonado desde el siglo XVII, aunque hay un coche aparcado que lo desmiente.
Ponermos nuestra esperanza en el siguiente pueblo a 6 kms. Tierz. Calculamos que en hora media estaríamos allí. Hasta que llegamos a la linea de trincheras. Un trama del camino que pretende seguir el camino que hacían los soldados para aprovisionar las trincheras durante la guerra civil. Este camino esta abandonado desde el 36 y está en pesimas condiciones.
Es bastante peligroso, tenemos que bajar muy poco a poco, y en algunos puntos quitarnos las mochilas para poder bajar. Con todo conseguimos bajar sin descalabrar nos.
Por fin en Tierz. Un pueblo singular, que ha sido tomado por los de Huesca como lugar de residencia o segunda vivienda. Tiene un casco antiguo y una singular urbanización de estilo americano. Todo un bulevar de casas unifamilares adosadas. Esta urbanización incluye un polideportivo y un restaurante. Al que dirigimos nuestros pasos tras la indeicaciones de un peregrino del pueblo, el Fernando. Devoramos sendos platos combinados.
Y el camarero nos explica el porque Aragón está tan mal dotado de servicios al peregrino, me refiero a los bares. En Aragón ir al bar está mal visto, sobre todo en horas laborales. Creo que Aragón no es España.
Tras la comida salimos del pueblo, para echar una siesta durante las horas de mas calor. Encontramos una sombra en un campo segado. Al poco nos volvemos a poner en marcha. Ya casi no nos queda nada para llegar a Huesca. Apenas 6 kilómetros. Cruzamos el rio Flumen y en las puertas de Huesca las flechas amarillas se vuelven confusas, elegimos la dirección de la ciudad y naturalmente nos perdemos, pero con tan buena suerte que acabamos cerca del albergue, que si hubiéramos seguido las flechas habríamos tenido que cruzar toda la ciudad.
El albergue que se llama Hospital de Peregrinos de San Galindo, es un antiguo piso piloto de una urbanización, que ha sido reacondicionado como albergue y oficina de la asociación de peregrinos de Huesca.
Esta cerrado, pero hay unos teléfonos a los que llamar para que vengan a atendernos. Rápidamente se presenta Pepe, y nos abre. Y poco después Agustín, el actual presidente que nos atiende muy bien, y nos autoriza a quedarnos dos días, como es nuestra intención. Descansar hoy y visitar la ciudad al día siguiente.
Dentro del albergue había una pareja que estaban durmiendo. Nos cuentan que abandonan la ruta aragonesa, pues no han encontrado a nadie. ¡justo cuando empieza el mejor tramo! Se van para el camino del norte. La chica tiene varias ampollas en los pies, le doy unas cuantas tiritas alcolchadas con agujero.
Vienen otros miembros de la asociación con los que intercambiamos opiniones, sobre todo de la política catalana.
Compramos en un Mercadona cercano y tras asearnos, lavar la ropa (el albergue tiene lavadora y secadora). Cenamos y nos vamos a dormir.




 13ª jornada. Huesca – Huesca


Martes 18 de agosto
Este día es el que hemos reservado para visitar Huesca. Nos levantamos temprano, justo la pareja que estaba con nosotros se prepara para marcharse. Llega el director de la asociación de peregrinos de Huesca. Vestido de senderista va a inciar una excursión por los alrededores. Hablamos con él, practicamente nos cuenta su vida. Se ve que es un tipo muy vital.
Al poco salimos, primero al banco, pues los fondos están disminuyendo a marchas forzadas. Además que tengo que comprar una nueva cámara de fotos y un jersey en previsión de los frios que nos esperan en el prepirineo.
Buscamos un bar para desayunar, lo que no es fácil. Ya te digo estos aragoneses. Acabamos en el Coso, la calle comercial que rodea el casco antiguo de Huesca y donde todo empieza y todo acaba. En un Fotoprix me compro una cámara de las baratitas, pero que es incapaz de hacer una foto mal.
Una maravilla, aunque yo prefería una de esas en que uno mismo tiene que ajustar el foco, la obertura y el tiempo. Pero curiosamente esas son muy caras. Incluye un palo para selfies.
Nos han recomendado que visitemos la catedral y un par de iglesias. No parece que haya mas monumentos interesantes. Y hacia allí vamos.
Cuesta 4 euros entrar, pero vale la pena. Tirada de precio si la comparamos con la Sagrada Familia. Lo mas interesante de la catedral es subir al campanario, que no es fácil precisamente.
Parece que está construida para que subiera solo Quasimodo. Pasamos por una zona muy peligrosa, donde las campanas. Pero no hay cuidado, falta media hora para las 12.
Riesgo de rotura de tímpanos. Las vistas desde el campanario son espectaculares.
También visitamos las diversas capillas de arte religioso y otras exposiciones de pintura, escultura y policromía.
Hay que culturizarse y mineralizarse.
La otra iglesia, que  es románica vale 2 euros. Pero ya tenemos nuestra dosis de piedras y pasamos. Damos vueltas por Huesca acabando en el Coso, como es de esperar. Bea compra un jersey blanco.Yo además de jersey ahora necesito una gorra, pues se la he perdido en la catedral.Pero no encuentro nada que me guste.
Buscamos un restaurante y acabamos en el July.
Lo que resulta un acierto. Comemos muy bien en la terraza del mismo.
De vuelta al albergue a descansar, al poco llaman a la puerta, es un peregrino. Le explicamos el sistema que tienen aquí de recepción de peregrinos . Al poco llega Pepe el responsable. Este peregrino, es de Sabadell, viene andando desde Montserrat y esta es su penúltima etapa, pues es de un pueblo de Huesca y mañana se ira para allá a pasar el resto de las vacaciones. Al poco irse el Pepe, llega otro peregrino, Jesús, un canario que está recorriendo la península en bicicleta siguiendo las rutas de los caminos de Santiago. Vuelve Pepe. Y se presentan tres ciclistas mas de Tarragona. Y un checo que está recorriendo Europa andado. Mas tarde vendría Bernardo. En total nos juntamos esa noche, 9 peregrinos una cifra alucinante para estos tramos.
Ante tanto barullo, volvemos a salir a dar otra vuelta por Huesca. Primero paramos a tomas café en el Hostal que hay cerca del Mercadona, a pocos pasos del albergue. Se nos une el checo, con el que hablamos en mi ingles macarronico. O sea casi nada.
A Bea le pico un bicho, hace unos días, lejos de mejorar ahora tiene un bulto que parece se ha infectado. Parece que sería una araña. Por lo que decidimos ir al médico. El centro de salud, esta al otro lado de la ciudad, con lo que nos pateamos todo Huesca. La atienden perfectamente, con la tarjeta de la Generalitat. Todas las historias que hemos oído sobre que no te atienden en otras comunidades son leyendas urbanas. Eso si, en la farmacia conviene que lleves el número original de la Seguridad Social, que los listos de la Generalitat obvian en su tarjetita.  No me extiendo sobre la burocracia sanitaria que me enciendo. La picadura no reviste gravedad. Le mandan una pomada antibiótica y a correr.
Compro una gorra en los chinos, no me gusta mucho, pero es lo que hay. Deambulando por la ciudad, tropezamos con una tienda que venden jerseys en pleno agosto. El dueño al saber que no nuestra siguiente etapa es Bolea, nos cuenta su historia. Pues el es de Bolea, y allí tiene la fábrica de ropa. Esta tienda Casbas, es líder en sus sector de ropa de montaña y senderismo. Lastima que ya hubiera comprado la gorra, pues las tenia de mas buenas.  El jersey resulto cojonudo y por solo 18 euros, seguro que en plena temporada valdrá 30 o mas.
Al anochecer volvemos al albergue a cenar. Casi todo el mundo está durmiendo o ya tumbado en la cama, excepto los ciclistas de Tarragona que van a salir a cenar. Al menos dos de ellos, pues va con ellos un chaval que llevan agotado. Después salimos a tomar una cerveza y hacer tiempo a la hora de acostarse.
Paramos en un bar de la Av. Ramón y Cajal. Lo llevan unos chinos. Nos sentamos en la terraza. Sorpresa a la hora de pagar, es baratisimo, poco mas de dos euros por un par de medianas. No es casualidad que Huesca sea una de las mejores ciudades españolas para vivir. No solo es bonita, sino que siendo pequeña, no llega a los 50.000 habitantes, al ser capital de provincia tiene de todo. Y encima super barata, he visto pisos por 50.000 euros. Si me echan de Cataluña, que me busquen en Huesca.
De vuelta en el refugio paso muy mala noche. Me cuesta dormir, encima tengo gases, me levanto varias veces al water. Creyendo que todo el mundo duerme, me tiro un pedo....enseguida se oye ¡Guarro!






 14ª jornada. De Huesca a Bolea


Miércoles, 19 de agosto
El primero en levantarse es Jesús, el ciclista canario. Que con sus idas y venidas despierta al resto. Yo hace rato que no pego ojo. Todos se aprestan para salir, pero el primero en marchar es Bernardo, el único que lleva nuestra misma ruta. Quedamos en Bolea. El checo va a hacia Barcelona y los ciclistas que suelen hacer mas de 60klms no volvimos a verlos, al preferir, supongo, el asfalto.
Bea y yo salimos a eso de las 7, paramos en el bar del hostal a desayunar, y emprendemos la marcha siguiendo las lindes del río Isuela. Nos esperan 23 klms.
La salida de Huesca está muy bien, en general el trayecto hasta Chimillas es tranquilo y pintoresco, con una gran balsa de agua en el trayecto y abundante flora y fauna.

En Chimillas la guia señala que se puede almorzar en la residencia de ancianos que hay a la entrada del pueblo. Y allí vamos, pero nos dicen que eso ya no lo hacen, podemos tomar un café si nos apetece de una maquina de vending. Pero como hay otro bar y tienda en el pueblo desechamos. Bea habla con una anciana que parece que tiene mas de 100 años, es de Barcelona y al saber que venimos de allí se le dispara toda la nostalgia. Muy vivaracha para su edad. No se porque los de la residencia ya no sirven a los peregrinos, sin duda son una atracción y entretenimiento para los ancianos.
Nos acercamos al centro de Chimillas donde está el bar La Alberca.
Donde justo tienen pinchos de tortilla de patata para almorzar, justo antes le había dicho a Bea, que me apetecía un pincho de tortilla de patatas. El camino hace esa magia. El dueño del La Alberca tiene un blog al que los peregrinos suelen enviar fotos, cosa que le prometo hacer. La tienda no la visitamos, pues vamos bien provistos del Mercadona de Huesca.
De Chimillas a Bolea no hay nada. Solo campos de sacano, bosques de encinas y un par de granjas, que aquí llaman "castillos".
Al poco, y por no dormir bien estamos bastante cansados, buscamos una sombra entre los chaparros, para echar una siesta.
Tras la siesta decidimos que llevamos demasiadas cosas inútiles en la mochila y nos deshacemos de ellas. El libro a medio terminar, el palo de selfies, champús y ropa que no nos vamos a poner entre otras cosas. Las enterramos en una zanja, para deleite de futuros arqueólogos.
Cruzando un bosque de encinas, el camino desaparece, alguien ha barrado el paso y labrado encima. Como la guía dice que hay que atravesar dicho bosque lo hacemos, y al poco volvemos a encontrar las flechas. Llegamos al primer castillo, tras una bajada, cruzando entre sus instalaciones, se nos aparece un perro, un mastín aragonés imponente. Disimulamos y parece que funciona el perro nos mira y nos deja pasar.
Al poco llegamos al siguiente castillo y el asunto se complica un poco, pues no solo oímos ladrar a un perro, sino que encontramos un cartel a la entrada avisando que estamos en una propiedad privada y hay perros peligrosos sueltos. Es increíble que esto pase en pleno camino de Santiago y que las autoridades lo permitan. Después en Bolea nos enteramos que el propietario se oponía a que el camino pasará por sus tierras. Ya sabemos el principal sospechoso de la desaparición del camino metros antes.
Para evitarnos problemas con los perros, decidimos rodear la casa por los campos sembrados, no sin antes alistar el bastón y aprovisionarme de piedras. Llevo un cabreo encima impresionante, como el perro nos ataque, iré a por el dueño de seguro. Ni propiedad privada ni hostias, se iba a enterar el latifundista de m.... ese.
Por fin vemos Bolea a lo lejos, encaramada en una colina, como suele ser habitual.
En mitad de la cuesta de entrada al pueblo, hay una fuente que es de agradecer. Según parece fue donada por un hombre en recuerdo de su hijo muerto en una de esas fiestas populares con toros.
En Bolea, según la guía, el encargado del albergue es el bar Rufino, que encontramos al poco. Donde nos refrescamos y nos toma los datos. La llave la tiene el Bernardo, que llego al mediodía y ya está en el albergue. Y hacia allí nos dirigimos, pero Bernardo no esta. Así que Bea se queda aguardándole con las mochilas, mientras que yo corro a buscar la tienda antes que cierren y comprar provisiones. Búsqueda inútil, porque los miércoles por la tarde NO ABRE. Tengo que conformarme con comprar agua en el estanco.
De vuelta al albergue, Bernardo no ha vuelto. Decidimos ir al bar Rufino y volver al albergue mas tarde, cuando le vemos aparecer calle arriba.
Nos acomodamos en el albergue, que está bien, sin tirar cohetes. Un poco abandonado, todo es decirlo. pero en fin. mejor que nada. Y es que estábamos mal acostumbrados. Después salimos a cenar al bar Rufino. El menú vale 15 euros, pero a los peregrinos nos cobran solo 11. Como damos 8 de donativo para el albergue en total 30 igual. El Rufino es un joven muy alegre, todo lo contrario del otro camarero, que debe ser el padre, mas serio imposible.
Se ha hecho de noche, nos hubiera gustado visitar el pueblo, que tiene muy buena pinta. Bernardo nos ha elogiado las vistas desde lo alto de la iglesia, y todo el pueblo tiene un aire medieval muy bien conservado. Pero estamos demasiado cansados, así que volvemos al albergue a dormir.



 15ª jornada. De Bolea a Loarre


Jueves, 20 de agosto
Descansamos muy bien. Yo duermo hasta las 7. Cuando me despierto, Bernardo ya estaba listo para salir. Va muy bien equipado. Bernardo debe tener cerca de 70 años, pero se conserva muy bien. No se porque me da la impresión de que pertenece al clero, que es monje o cura. Quizas obispo. Nos despedimos, el va hasta Sarsamarcuello, nosotros nos quedaremos en Loarre, para visitar su famoso castillo.
Volvemos al bar Rufino a dejar las llaves y desayunar algo. Esta el padre, el serio. Queríamos unos bocadillos para llevar, pero no queda pan. No nos importa mucho porque la guia señala un pueblo a pocos kilometros con un bar-restaurante.
La etapa hasta Loarre es sencilla, corta, de solo 10kms. Y además vamos descansados. Aparece un perro que viene hacia nosotros, camina tranquilamente, pero es uno de esos imponentes mastines aragoneses, parece pacifico pero nos apartamos con aprensión. Al pasar nos mira con su único ojo, pues está tuerto; una nube de moscas lo envuelve. El temor se transforma en pena por el pobre chucho. Me hubiera gustado darle algo de comer, pero no llevo nada a mano.
Los caminos están cuajados de zarzamoras que nos entretenemos en comer. Bea recoge algunas para después.
Pronto llegamos a Aines, un pueblo de aspecto idílico al pie de la montaña. Nos dirigimos al bar dispuesto a almorzar algo. pero, oh sorpresa, no hay nada de comer en un ¿restaurante? Al principio no nos dimos cuenta, pero los dueños no se porque nos miran con recelo. No se si es que les hemos caido mal, o es que tienen un mal día, o las dos cosas. Bea pide algo de chocolate, y le dicen que no tienen nada, a pesar que hay una caja de kinders en la estantería, a mas de los helados. En las estanterías tienen una mascara de Dracula, los dueños son rumanos, además hay un plato de ajos en una de las mesas. Todo ello junto al fría y desconfiada acojida le da al lugar un aspecto siniestro, del que huimos enseguida. Para colmo, al pagar Bea con un billete de 20 euros le devuelven cambio de 5. Por suerte la caja estaba vacia y no había otro billete.
Pronto aparece el castillo en el horizonte, lo que nos anima en la marcha.
Y mas tarde tras pasar por la fuente del gallo,
un pequeño puente romano, mas bien pasarela, que cruza un riachuelo,
nos adentra en el pueblo. Preguntado por una pensión, hablamos con unas parejas de turistas. Loarre está lleno de turistas, no solo por el castillo, sino que ofrece otras actividades de senderismo y deporte de aventura, como el parapente. También hay un picadero, se ve que este tramo del camino se puede hacer a caballo.
Nuestra intención es encontrar un alojamiento asequible y visitar el castillo. Y de no haberlo, como plan B, continuar hasta Sarsamarcuello.
Conseguimos habitación, en realidad un pequeño apartamento en la casa rural Tolta, 38 euros, aunque luego solo nos cobraron 35. Suerte de ser jueves, pues si fuera viernes la habrían reservado para los turistas del fin de semana.
Antes de que cierren las tiendas, en realidad la tienda, una panadería que vende algunos víveres, nos aprovisionamos. Pan, leche, agua....etc. Esta panadería vende unas tortas riquísimas, en dos tamaños. A la espera de que alguien robe la receta y las comercialice a gran escala. Bea quería tomates, pero no tienen. Una vecina se ofrece a regalarnos unos cuantos. Quedamos en la plaza y al poco aparece la señora con una bolsa de tomates recién cogidos de la huerta que huelen a tomate, cosa no vista ni olida desde hace tiempo. Después buscamos un restaurante, pero los dos que hay son muy caros. El hostal cobra el menú a 20€ y O Caminero a 16. Me parece que el éxito propiciado por la película "El reino de los cielos" de Ridley Socott, que ha dado fama universal al castillo de Loarre,
se les ha subido a la cabeza. Así que nos conformamos con sendos bocadillos en el bar Pola, mas barato y mas concurrido.
El apartamento es fantástico, ignoro lo que cobrarán por una estancia de una semana, pero para una escapada rural esta de muerte.
Sobre las cuatro y media iniciamos nuestro ascenso al castillo, que nunca pense estaría realmente tan alto.
Pagamos los 4 euros de rigor y sellamos las credenciales. El castillo será de los mejores conservados de su época, pero se ve mejor en la película. Es un laberinto, la torre de homenaje no se puede visitar. La mayor parte del castillo son las viviendas de los monjes, pero como es natural estan cerradas a los turistas, por lo que parece mas pequeño por dentro que por fuera.
Eso si las vistas son impresionantes, en un día despejado dicen que se ve hasta Zaragoza.
Los paracaidistas de la pista de parapente cercana, lo sobrevuelan a menudo.
Aterrizan unos kilómetros mas abajo, en un prado verde cercano a un lago.
Al volver del castillo, paramos a comprar mas tortas en la panedería y algo para cenar. Lo que hacemos, vemos un poco la televisión y nos vamos a dormir temprano.




16ª jornada. De Loarre a Sarsamarcuello


Viernes, 21 de agosto.
Duermo bastante bien, me despierto sobre las 7. Bea sigue durmiendo, no la despierto, pues la etapa para hoy es cortita, un mero paseo de 4 klms, hasta Sarsamarcuello. Una etapa que suponíamos tranquila pero que fue la mas complicada de todas.
Desayuno y veo la televisión hasta que se despierta Bea, sobre las 9. Recojemos todo y salimos a desayunar al bar Pola. Entregar las llaves y comprar mas provisiones en la panadería, agua, atún y sus sabrosas tortas.
Hubiéramos llegado a Sarsamarcuello en poco mas de una hora, pero paramos a secar la ropa que aun estaba humeda a la sombra de unos arboles. Al mediodía ya estábamos a las puertas de Sarsa, como lo llaman por allí a este pueblo. Para entrar al pueblo hay que subir primero una empinada cuesta entre un pedregal. Pero una vez llegados arriba, las flechas nos indican que el albergue está hacía abajo.
Desde allí llamo al teléfono indicado en la guía, pero ya no se encarga este señor. No obstante me indica la casa de la señora que lo lleva ahora. La señora Pilar, a pocos metros del albergue.
Una vez dejadas las cosas, salimos a comer algo al bar, que por suerte al estar en fiestas el pueblo, está abierto de día. Bea se come un bocadillo de anchoas y yo pido una pizza congelada (no tienen otra cosa) y una cerveza, que por cierto no estaba muy buena.
Por la tarde me noto un bulto en la lengua. No le doy mucha importancia, pero al poco sigue creciendo, y me temo que vuelvo a tener un ataque alérgico. No se la importancia que puede tener, pero al ser en la lengua me preocupa un poco. Así que decimos ir a un médico. Primero nos acercamos al bar a preguntar como hacen en este pueblo en estos casos, no hay nadie. Pero un vecino nos dice que hay que ir al pueblo cercano de Ayerbe donde esta el centro medico, a 7 kilómetros. Hay que pedir un taxi. Aunque desconoce el número. Nos acercamos a la casa de la hospedera a ver si ella lo sabe, pero parece que no esta. Por suerte llegan unas chicas en coche que se han perdido y van a Loarre. Se ofrecen a acercarnos a Loarre.
En Loarre no hay centro médico, y aunque conseguimos el número del taxi en la hostal. No contesta.
Así que decidimos hacer autoestop, con la suerte que el primer coche que sale del pueblo, se dirige a Ayerbe. Es la magia del Camino. La condutora Marimar se ofrece amablemente a llevarnos, lo que le estaré eternamente agradecido. Nos deja en la misma puerta del centro de salud.
No hay nadie esperando por lo que me atienden enseguida. La doctora es una de las médicos mas guapas que haya visto jamás. Nada mas verla dan ganas de estar sano. Tras la correspondiente inyección de cortisona, salimos a Ayerbe a ver que hacemos.
Las opciones son volver al Sarsamarcuello andando, son 7 kms imposibles por la posible reacción de la cortisona y porque Bea lleva las chanclas. Volver a hacer autoestop. Quedarnos en una pensión, comprar mañana unos zapatillas a Bea y volver al día siguiente. Por último intentamos de nuevo el taxi, oh suerte, contesta. El taxi nos lleva a Sarsa en poco tiempo y por solo 10€.
De vuelta en Sarsa, la hinchazón ha bajado bastante. En la puerta del albergue están montando el escenario para los conciertos, ya nos imaginamos que no vamos a pegar ojo otra vez. Pero curiosamente la música no estuvo muy alta durante la noche, y apenas nos molestó.
Estuvimos hablando con uno de los concejales del pueblo, sino fuera por la dura etapa de mañana, habríamos bajado a la fiesta a tomar unos cubatas y bailar la conga....es broma.
A las 2:30 me despierto para ir al lavabo, cuando noto que me da todo vueltas, estoy verdaderamente mareado. La cortisona ha reaccionado mal. El corazón me va a cien por hora. Me quedo en la cama intentando relajarme con ejercicios de meditación. Mucho me temo que esto puede ser el fin del viaje. Pienso que deberemos de abandonar, llamar de nuevo al taxi y que nos lleve hasta la estación mas cercana. Aunque tal como estoy no puedo ni montar en un coche, pues vomitaría seguro. Sobre las 6 despierto a Bea y le explico la situación.
De momento no podemos hacer otra cosa que descansar, y es lo que hacemos. Ya sobre las 9 de la mañana, veo que las pulsaciones han bajado a 72 y parece que siguen bajando, empiezo a encontrarme mejor. Parece que me recupero y decidimos continuar con nuestros planes. Planes que hemos cambiado. Pues vemos que no llegaremos hasta el martes a la estación de Jaca, donde deberíamos de empezar el regreso a Barcelona. Así que lo mejor es vover desde La Peña, eso nos daría el domingo para visitar Zaragoza, que no está en la ruta, pero que bien vale un visita. Mañana será nuestra última etapa en el Camino.



 17ª jornada. De Sarsamarcuello a La Estación de Santa Maria de la Peña


Sábado, 22 de agosto.
Última etapa de nuestro periplo santiaguero por este año.
Salimos tarde, pero salimos. Tras dejar la llave del albergue colgada de la cuerda, tal como nos dijo la señora Pilar. Emprendemos la salida de Sarsamarcuello, cuesta arriba. A través del pedregal, que mas adelante se convierte en autentica escalada por el monte. Hay un camino mas llano, pero da mucha vuelta. Por suerte el día está nublado y la tremenda subida no nos hace sudar demasiado. Y menos cuando se puso a llover, solo fue un ratito, pero realmente refrescante.
Tras llegar al cementerio, el camino continua cuesta arriba, será así al menos durante 3 klms mas. Hasta el conjunto monumental de la ermita de San Miguel y el castillo de Marcuello. Ambos en ruinas.
Paramos a la sombra de la ermita a almorzar. Al reinciar la marcha nos encontramos con José, un peregrino que está recorriendo España con fines benéficos a favor de la asociación Vicente Ferrer. Quiere hacer 4.000 klms. de los que lleva buena parte. Haciendo una media de 50, 60 kms días. Nos despedimos encomendando le que diera buena cuenta del atún y el café que dejamos en el albergue.
Continuamos nuestra marcha, ya siempre de bajada. Hay unas magnificas vistas desde arriba, que nos acompañarán ya durante el resto de la ruta, entre bosques y montañas. Totalmente solos, no avistamos mas que a un par de motoristas, cuando subían, y después por la tarde cuando bajaban.
Revisando la guia, me doy cuenta que he calculado mal. Creía que serían 15 klms, pero son en realidad 20. Y solo llevamos una botella de litro y medio de agua cada uno. Toca volver a racionar.
Con todo esta ruta es muy bonita, espectaculares vistas. Mucha vegetación y fauna. Pudimos ver buitres y águilas. Lastima de no disponer de prismáticos.
Pasamos por una fuente de montaña, yo propongo rellenar la cantimplora, pero Bea no se atreve. Yo tampoco quiero cargar con un peso extra y que al final nos siente mal. No olvidar pastillas potabilizadoras para la próxima vez. La fuente alimenta una pequeña balsa, que está pidiendo a gritos, métete. Seguramente lo hubiéramos hecho si hubiera hecho mucho sol, pero estaba un poco nublado y el sol no apretaba demasiado.
El camino se nos hace interminable, encontramos un tramo un tanto peligroso, una cuesta llena de piedras en muy mal estado. Tenemos que sortearlo muy poco a poco. Sin ninguna referencia no sabemos si nos quedan 10 o 5 klms, hasta que damos con las ruinas de una antigua granja, la Pardina de Escalete, con lo que confirmamos que solo nos quedan 3 klms, máximo una hora. Al lado fluye un riachuelo y Bea aprovecha para remojarse los pies.
A partir de ahí el camino se hace mas espectacular si cabe, pues atraviesa un impresionante barranco, las peñas que dan nombre al pueblo. De pronto el pueblo aparece a nuestros pies, pero todavía tendremos que dar un gran rodeo, para poder bajar y entrar en el mismo.
A la entrada del pueblo nos acosan un enjambre de moscas. Bea las espanta con el humo del tabaco, pero yo tengo que improvisar un abanico con una hoja del papel de la guía. Tras cruzar el río Gallego, que presenta un color verdoso poco saludable para un río de montaña. Entramos en el pueblo, en busca del bar.
El bar tiene un horario irregular, pero por suerte está abierto. Eso si, no hay nada de comer. La dueña habla con unos parroquianos de lo harta que está del campo y de como desea irse a vivir a Zaragoza. Mas lo abandonados que los tiene la Chunta. Pues si cierra este bar, los peregrinos van a tener otra gran perdida, pienso yo. Pero no me meto en la conversación. Bebemos unos refrescos, y nos enteramos que para nuestra suerte, dentro de una hora a las 19:30 pasa el canfranero, el tren que va a Zaragoza. Pensábamos que tendríamos que hacer noche en el pueblo, a la intemperie. Hacemos tiempo comiendo lo poco que nos queda, una lata de atún con patatas fritas de bolsa que hemos comprado en el bar. Tiro la esterilla, que esta completamente estropeada ya a la basura. Y nos vamos a la estación a la espera del tren.
Allí conocemos a Daniel, un chaval que vive en la estación. Sus padres la han alquilado como vivienda de verano. Lo sabe todo de trenes en general y del canfranero en particular. Por el nos enteramos que el tren no para sino se le hace señales. Como si de un autobús se tratara. El mismo se encargará de pararlo. Nos despedimos y damos por terminada nuestra aventura por el Camino de Santiago Catalano Aragones. El año que viene continuaremos donde lo dejamos, en este mismo punto en la estación del canfranero.
A pesar de todas las dificultades e incomodidades nos lo hemos pasado muy bien. El estar en medio del campo te da una gran sensación de libertad, cada día es una aventura. Atrás quedan cientos de paisajes y de personas que hemos conocido y que permanecerán en nuestros recuerdos.

1 comentario:

  1. Peregrino Valdivieso, me lo he pasado francamente bien con vuestras andanzas. Muchas gracias por haberme guiado :-)

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